martes, noviembre 03, 2015

MI PAJARILLO

Mi pajarillo de casquete cardado en pesares, de mirada perdida y segados suspiros.
Mi pajarillo de alas rotas, esta tarde te presentí más vulnerable y dócil que de costumbre.
Me senté, mi pajarillo,  a mirarte desde las sombras que crecen alrededor de tus silencios, y barrunté tanta pena como ternura, tanta tristeza como cariño. Acallé mis lágrimas para no romper ese instante en el que presagié que te vas difuminando y que, pronto, no serás tú quien se siente a mi orilla a repicar carencias, a voltear mis atuendos, a ceñir tus amores por nietos ausentes. Te vas de entre mis dedos, te volatilizas en un cielo que no veo mientras la tarde se apaga, se apaga como tu vida.
Mi pajarillo ya solo queda una vela que te encienda en domingos de ciudad chiquita cuando el reloj deforme marca las siete y la puerta se abre. Entonces prendes la llama del calendario y avivas con tu sombra, con tus alas cortadas, la vida que te queda. Llega tu hermano a regalar vuestro ayer perfumado de recuerdos, anécdotas, y sonrisas. Te peina el casquete cardado de afonías y lagunas. Te pone los zapatos y juntos camináis por el último raíl. Después, te acuna en la silla hasta que llega la hora de decir adiós, ese adiós vestido de ocho días y tus ojos que no ven se vuelven a apagar, tu cuerpo se debilita, la mente se para, y hasta ti llega el limbo que todo mata.
Mi pajarillo, te escribo con palabras desnudas, despojadas de esperanza, pero con mi aliento a tu lado, con la audacia que no tengo, para enseñarte el último vuelo.

¡Ay, mi pajarillo!, qué pesares tengo, de todo y de nada. Ahora soy tu madre y no tu hija quien guía tus alas desplumadas y se me rompe el corazón.

5 comentarios:

Rafael San Andres dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Mª Ángeles Cantalapiedra dijo...

Muchas gracias, Rafael y bienvenido a este blog

TORO SALVAJE dijo...

Lo siento mucho.
Un abrazo.

SALETA dijo...

Conmueven estas letras.
A un paso de la pérdida, hazle saber de alguna manera a tu pajarillo que en su muerte, una parte de ti muere también y se va con él (o ella). Dile -mejor con el corazón que con palabras- que dónde sea que vaya, tú también estarás allí, a su lado... Que sepa con certeza (y que sepas tú de paso) que nunca estará solo.

Un abrazo, amiga.

Maria Coca dijo...

Cuánta alma, amiga... Un relato muy poético, muy intimista... Sigues manejando las palabras para crear arco iris que todos vemos al leerte.

Un abrazo enorme y mucha fuerza.