Mi pajarillo de casquete cardado en pesares, de mirada
perdida y segados suspiros.
Mi pajarillo de alas rotas, esta tarde te presentí más
vulnerable y dócil que de costumbre.
Me senté, mi pajarillo,
a mirarte desde las sombras que crecen alrededor de tus silencios, y
barrunté tanta pena como ternura, tanta tristeza como cariño. Acallé mis
lágrimas para no romper ese instante en el que presagié que te vas difuminando
y que, pronto, no serás tú quien se siente a mi orilla a repicar carencias, a
voltear mis atuendos, a ceñir tus amores por nietos ausentes. Te vas de entre
mis dedos, te volatilizas en un cielo que no veo mientras la tarde se apaga, se
apaga como tu vida.
Mi pajarillo ya solo queda una vela que te encienda en
domingos de ciudad chiquita cuando el reloj deforme marca las siete y la puerta
se abre. Entonces prendes la llama del calendario y avivas con tu sombra, con
tus alas cortadas, la vida que te queda. Llega tu hermano a regalar vuestro
ayer perfumado de recuerdos, anécdotas, y sonrisas. Te peina el casquete
cardado de afonías y lagunas. Te pone los zapatos y juntos camináis por el
último raíl. Después, te acuna en la silla hasta que llega la hora de decir
adiós, ese adiós vestido de ocho días y tus ojos que no ven se vuelven a
apagar, tu cuerpo se debilita, la mente se para, y hasta ti llega el limbo que
todo mata.
Mi pajarillo, te escribo con palabras desnudas, despojadas
de esperanza, pero con mi aliento a tu lado, con la audacia que no tengo, para
enseñarte el último vuelo.
¡Ay, mi pajarillo!, qué pesares tengo, de todo y de nada.
Ahora soy tu madre y no tu hija quien guía tus alas desplumadas y se me rompe
el corazón.
5 comentarios:
Muchas gracias, Rafael y bienvenido a este blog
Lo siento mucho.
Un abrazo.
Conmueven estas letras.
A un paso de la pérdida, hazle saber de alguna manera a tu pajarillo que en su muerte, una parte de ti muere también y se va con él (o ella). Dile -mejor con el corazón que con palabras- que dónde sea que vaya, tú también estarás allí, a su lado... Que sepa con certeza (y que sepas tú de paso) que nunca estará solo.
Un abrazo, amiga.
Cuánta alma, amiga... Un relato muy poético, muy intimista... Sigues manejando las palabras para crear arco iris que todos vemos al leerte.
Un abrazo enorme y mucha fuerza.
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