Las últimas rosas
de mi jardín… Pronto creceréis solas y abandonadas por el olvido, pero hoy
me deleito de vosotras en el sol de
media tarde, ese que cae dorado, tierno y diciendo adiós a las horas. Sois
rosas maltrechas, maltratadas por calores desmesurados, pero los grados
templaron y lleváis semanas de esponjoso colorido. Rojas, amarillas y
anaranjadas. De capullo pasáis a pétalos de terciopelo y antes de iros os
arrugáis con la gracia de quien se sabe hermoso. ¡Ay mi jardín!, desde chiquita
he crecido a tus pechos, detrás de algún roble más de una lágrima he escondido
y por tu césped han rodado las risas de hijos y amigos. Bajo la penumbra de la
noche, nos ha deleitado con tus aromas y el canto del grillo. Y hoy te me pones
guapo y acicalado para un adiós que no está lejos. Bajo ese sol que muta a
membrillo, el verde de tus pies es musgo tierno, las flores son más rojas y el
infinito más lineal. Siento abandonarte pero tú ya sabes que la vida es una
estación de tren donde unos suben y otros bajan. Tú me dices “Hasta luego” con
un ramillete de tus mejores rosas mientras ya te vas meciendo en esos silencios
largos en que dormirás los meses crudos del invierno hasta estallar en
primavera con nuestro reencuentro
En estos días ha
vuelto a salir el sol, el viento para sus aspas y muta a conciliador, y los
pajarillos han decidido también despedirme alargando sus trinos subidos a los
pedestales de unos árboles aún vestidos de hojas.
En nada, volveré
a escenarios agobiados de prisa y belleza prefabricada, y mi cuerpo se refocilará
de premura y desgana, mugre y hollín de la gran ciudad porque el futuro, aún no
escrito, me espera, y para poder avanzar y seguir tartamudeando mi propia historia,
he de quedarme quieta, quizá mirando las últimas rosas de mi jardín.
3 comentarios:
Tienes un jardín que habla de lo bella que es la brevedad. Enhorabuena.
Un saludo.
Que preciosidad has escrito.
Tú jardín es hermoso.
Tus rosas también.
Y tú, la más bella de todas.
Besos.
Nunca te faltarán las rosas, amiga.
Cuando estas de las que despides crezcan solas en el olvido, no estarás tú para observarlas. Solo existirá aquella vida (dulce o amarga) que sea iluminada por la consciencia presente (¡qué redundancia!).
Otras cosas estarán donde estés tú, y aquello de lo que te des cuenta serán tus nuevas rosas. Pero, repito...
Nunca estarás sin ellas.
Besos, amiga.
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