Me equivoco con frecuencia. Yerro con facilidad pasmosa tanto en hechos
como de palabra y, sin embargo, al finalizar el día, cuando se repasa
mentalmente lo acontecido me digo”Mañana habrá una segunda oportunidad para
enderezarte” Ese pensamiento me alivia porque inconscientemente me estoy
abriendo las puertas no solo al perdón sino, también, a la ocasión de
rectificar aquello que he hecho mal. Siempre hay un nuevo día para recomenzar,
siempre.
Hace poco me enteré que hay gente que, por las circunstancias que sean,
tiran a los perros a la basura; perros vivos. No hace mucho y cerca de casa de
mi madre, un ladrido lastimero alertó a una mujer que paseaba con su mascota.
El final de aquel chucho fue feliz. La vida regala muchísimas segundas
oportunidades. Posee demasiada fuerza como para anularla. Sin embargo, no
siempre es así. Aún tengo grabadas en las retinas el video de un aborto;
escapaba, gateaba, corría, hasta que fue alcanzado y fulminado; después, a la
basura y a otra cosa, mariposa.
Parece que los seres humanos lo arreglamos todo con echar mano del
contenedor. Lo que sobra, lo estropeado, lo inútil, todo a la basura. Lo
metemos en una bolsa, cerramos bien para que nada se escape y ¡Hala!, al vacio,
a la nada, de un basurero.
Tampoco se me va de la cabeza la historia del bebé que la vida, cuando se
le escapaba el último aliento, vino a rescatarle de las manos de la parca. Y
fue a parar a otras manos, titubeantes y desconcertadas por semejante
salvajada. Luego, deparó en otras manos, mucho más expertas que rozaron su
cuerpecillo para examinar su salud casi perdida en un basurero.
Ayer, otras manos generosas, porque hay que ser muy generoso para hacerte
cargo de otro ser humano que, cuando las raíces del amor hayan tomado
consistencia en tu corazón, te las arranquen de cuajo, mecieron a esa criatura
que dormía confiada.
¡Ojala! Ese niño se le dé una oportunidad de vida en el sentido amplio de
la palabra. ¡Ojala! Los trámites de adopción sean más rápidos; demasiados niños
sin hogar, muchas parejas deseando ser padres para regalar cariño y amor. Muy
desesperada tiene que estar una madre para tirar a tu hijo a la basura. Si eres
una de esas, déjale cerca de un lugar para que pueda ser rescatado y se le
brinde una segunda oportunidad. Ser padre hoy y siempre ha sido la mayor
aventura del hombre, pero de un valor incalculable cuando sin ser sangre de tu
sangre, te responsabilizas de un pequeño ser.
Todos nos merecemos una segunda oportunidad, tal vez porque el ser humano
esté más solo de lo que aparenta estar. Todos deseamos que nos la otorguen para
así rectificar, comenzar de nuevo nuestros destartalados pasos.
2 comentarios:
Es muy fuerte ver a una madre tirar a su bebé en la basura. No me lo puedo ni imaginar. Es cierto que necesitamos más de una vez para arreglar las cosas, aunque a veces no nos damos cuenta y repetimos una y hasta mil veces lo mismo; pero al final aprendemos. De eso se trata. Un fuerte abrazo.
Lo de tirar un hijo ya nacido a la basura o simplemente matarle, nunca lo he entendido. Soy madre y eso no me cabe en la cabeza. Lo de "regalarlo", tampoco. prefiero abortar. Sí. Si lo tengo me lo quedo. No podría pensar que un hijo mío está por ahí, si saber nada de él, ni como le están tratando ni nada por el estilo. Lo que cuentas de los fetos "huyendo" para que no les aspiren, tampoco lo entiendo. ¿Como van a correr un conjunto de células que solo tienen un retraso en la menstruación de cinco días?. No sé los abortos que habrás presenciado tu, de cuantos meses de gestación. Hay una problemática muy gorda con esto y no se puede juzgar a la ligera a una mujer que aborta. Es demasiado serio y doloroso. A veces, muchas, es mejor esa opción.
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