He mirado en el diccionario lo
que significa la palabra Cosa “Todo lo que existe, ya sea
real o irreal, concreto o abstracto”… ¿Por qué lo he hecho? Ayer leí en un
artículo que cualquier escribidor debería de omitir una serie de palabras
muletilla (entre ellas “cosa”) y enriquecer aquello que se escribe con otros
giros y expresiones.
En la mochila de verano hay que
guardar ciertos ingredientes. Cosas
simples que a su vez encierran otras esenciales. No se necesitan muchas “Menos
es más, siempre” como decía Coco Chanel, pero bien escogidas.
Ahí va mi primera… Vive. Si
vivo, siento, soy consciente de ello, por tanto oigo, es decir escucho el rumor
de viento del agua, de la música, de una conversación. Palpo una piel tostada,
acaricio un amor. Veo, el mar, el campo, las montañas, el cielo y su
transformación, el niño que corretea, unas letras bien casadas que armonizan
una lectura. Paladeo una tortilla de patata hecha con cariño, un buen vino.
Huelo la tierra húmeda, el salitre, un perfume…
La segunda… Amigos y familia,
ambos dosificados y bien administrados. Ellos nos traerán la paciencia, la
comprensión, la alegría, la tertulia al caer el día…
La tercera…El sosiego aderezado
de tranquilidad para poder leer un buen libro a la sombra del farolillo
incandescente. Ejercer un hobby abandonado, o enderezar tus letras en una nueva
novela. Reponer fuerzas y desconectar. Nadar si se quiere bajo agua fresca de
ducha, piscina, mar o riachuelos. Meditar sobre las huellas que has dejado y
adónde quieres llevar tu nuevos pasos. Pasear bajo el cielo de la tarde que
muere…
Ya está. Al final, como todo en
la vida, se resume a ejercitar los cinco sentidos, a poner en funcionamiento la
sensibilidad; ya está, porque el verano te da una tregua, nos regala un balón
de oxigeno para abordar la vida con sentido lúdico, apreciar las pequeñas cosas
que, por su simpleza, pasan desapercibidas. Las pasas por alto y realmente son
las de mayor poder energético para tu ánimo y espíritu.
Este verano de calor
desmesurado que nos tiene a todos un poquito asfixiados también trae consigo
algo bueno: las noches se alargan, se disfrutan más, ya que bajo luces tenues,
música suave, se enredan las conversaciones, como si a muchos se nos abrieran
compuertas para dar rienda suelta a aquello que nos zumba en la cabeza. Tú
lanzas un anzuelo, y todos sacamos las cañas de pescar, y entre el estupor que
te merecen las noticias diarias como el milagro de ese niño que sobrevivió a un
estercolero de basura… La expectación en la que nos envuelve el panorama
político español y la Grecia ahogada por sus deudas y frustración… O como nueva
adquisición el señor Mas y su irreverente postura tozuda… Temas que bullen en
nuestras mentes para dejar paso a otros temas más hondos o, a veces, más
divertidos, que nos hacen mostrarnos un poquito más nosotros, y escuchando a
los demás otras ideas, otros zumbidos que, sin duda, harán que, cuando la
charla termine, tú serás más rico espiritualmente hablando. Hablar es bueno,
escuchar, aún más.
La otra noche me sorprendió una
persona que, cuando subía por las escaleras a por bebida, se volvió y sin venir
a cuento vociferó con total espontaneidad “¡Viva Casillas, al limbo florentino
Pérez, el coletas y su totalitarismo, ánimo al pueblo griego, viva la guardia
civil y los cooperantes, a la mierda Arthur Mas y sus secuaces, viva el pueblo
catalán (calló unos segundos y gritó aún con más fuerzas), viva la madre que me
parió por dejarme vivir!...Después, se volvió y siguió subiendo peldaños como
si nada hubiera pasado.
Nos echamos a reír con ganas
porque “la caló”, amigos, hace que se quiten el corsé las personas más
insospechadas.
¡Buen fin de semana!
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