domingo, agosto 31, 2014

IDA Y VUELTA

Primero me dijeron las fechas; me puse nerviosa, pero respiré hondo buscando energía y olvidando la emoción que me paralizaba, y luego me zambullí en la ilusión de los preparativos. Limpié cada rincón, me tiré en plancha a la caza de cualquier telaraña, así hasta destruir hasta la última araña que se me resistía como gato panza arriba. Desinfecté los baños, pulí los cristales, aromaticé cajones y armarios, compré tantas flores que más que un jardín, aquello parecía una floristería. En penúltimo lugar, llenamos la despensa, el congelador para dejar para lo último la cocina y cociné y cociné pensando que tendría comida al menos para dos meses. Cuando todo estaba dispuesto me fui al baño a acicalarme, quería que se sintieran orgullosos de mí, y me di cuenta que el perro me miraba despavorido ¡Claro!, no le había bañado. Nos metimos los dos bajo la ducha hasta sacarnos el brillo que ya de por sí ambos ya teníamos y… nos sentamos a esperar en la sombra del porche.
Llegaron escalonadamente, la casa se llenó de voces, risas, juventud… Días de no parar, caer molida de fregar, planchar y volver a cocinar porque la comida había encogido o bocas jóvenes se sumaban a la mesa y no había suficiente. Cansada caía cada noche en la cama, pero llena de satisfacción; merecía la pena.
Y los días fueron corriendo, saltando de nube en nube, volando como la paloma que viene a beber cada tarde a mi fuente: me deleita, me mira y se va. Así hasta antes de ayer que la lluvia juvenil comenzó a disminuir y hoy se acabó.
 De pronto, la casa se ha vuelto silenciosa, moderadamente ordenada. A partir de ahora el tiempo se espaciará, parecerá que las manillas del reloj cuentan dos veces antes de pasar al segundo siguiente. El perro va como un peregrino de habitación en habitación y vuelve con los ojos vacíos de tanto buscar y nada encontrar. Se sienta en la puerta a esperar, al rato gime y viene a mis pies aunque como no le abandona la esperanza y vuelve a la puerta. De vez en cuando oye un ruido, levanta las orejas, pero las vuelve a bajar y yo… se me ha caído la juventud del ánimo y mis ojos se han nublado.

Se acaban de ir mis hijos y ya los echo de menos.

1 comentario:

bixen dijo...

Antier...