Hoy me voy de boda y me hace mucha ilusión, hace muchos años que no asisto
a una, así que una de las cosas en que mi cabeza ha estado entretenida estos
meses ha sido encontrar un atuendo adecuado; después de levantar dolor de
cabeza a mis amigas, machacar mis pies por Madrid de tienda en tienda, encontré
el modelo. Volví a casa pletórica, pero me duró un par de suspiros porque
empecé a dudar, mi eterna duda como para todo, desojando siempre la margarita.
Pienso que la imagen es la tarjeta de presentación de nosotros mismos ante los
demás; tarjeta que se puede ir al garete, por supuesto, con tu primer gesto,
palabra o acción. Pero esto no me da miedo porque me gusta la gente, me encanta
escuchar y reír pero, ¿y el atuendo? “Menos es más” retumba en mi cabeza, “Deja
que la riqueza esté en esos detalles invisibles y en sus matices, en el poder
de lo pequeño y que crezca la magia que encierra dentro de su menudencia”, me
sigo diciendo mientras pienso que mis amigas son unas santas que me mantienen
siempre los pies en la tierra y me quieren con todas mis luces y sombras…
Porque una persona sin un amigo es como si le faltara algo a su ser, ¿verdad?
Yo cada vez tengo menos amigos, pero los pocos que tengo crecen y engordan más
en mi vida, más rango e importancia tienen. Sin dejar de ser yo misma, sus conductas
son un talismán y espejo para mí.
Y pensando en el tesoro que anida en mi vida por la amistad, me acuerdo de
los que hoy se casan, dos jóvenes estupendos, guapos y simpáticos pero, ¿ellos
sabrán que los príncipes azules, las
princesas de cuento se destiñen en algún momento de su convivencia? Porque es
ahí donde entra la otra relación que no es azul ni rosa, sino un príncipe y una
princesa descafeinados y el si serán capaces de mantenerse fieles… Los amores
lentos, cocinados sin prisas son maravillosos, y certeros, pero hasta esos se
deterioran porque la convivencia es dura, muy dura y si se olvida lo qué es
perdonar, olvidar, comprender, respetar, aliñado con grandes dosis de buen
humor, pues todo se va a tomar viento fresco. Porque hay un momento que la
seducción, el sexo, pasan ambos a un segundo término, sin que dejen de tener su
perpetua importancia, por supuesto, y crecen el compañerismo, la amistad, la
eterna amistad…
¿Serán capaces la gente joven, los que hoy se casan, de mantener todo eso?
En fin, como os iba diciendo, no sé qué atuendo me podré hoy, lo que es
seguro que intentaré pasármelo genial y brindaré por los novios para que la
llama no se apague y encajen bien el desteñido de sus personas.
¡Buen fin de semana amigos!
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