Uno de los hábitos
que consideraba sanos era que, al levantarme, con el primer café leyera la
prensa; sin embargo hace poco descubrí que las primeras lecturas siempre van
encaminadas a leer las atrocidades que comete el ser humano (sean violaciones,
matanzas, parricidios y demás…).
Dentro del horror de
semejantes noticias, he sido consciente de la tendencia a “la carnaza” de mi
propio ánimo. ¿De qué sirve denunciar la actitud de los demás si tú, en cierto
modo, haces lo mismo siendo espectador como en la época de la guillotina la gente
se personaba en las plazas para asistir al espectáculo? ¿En qué se ha avanzado
en cuanto a actitud de las personas desde la época de los romanos, por ejemplo?
En nada. Cambian los modos pero no las maneras.
Entonces, la
siguiente pregunta que me formulo como “una posible creyente”, ¿cómo Dios sigue
permitiendo semejantes barbaries? Ciento veinte perros devorando a un familiar,
mujeres matadas a pedradas, niñas prostituidas, niños muriéndose de hambre…,
las primeras atrocidades, por ejemplo, que me vienen a la cabeza y, a cambio,
muriendo gente buena; sé que es una reflexión infantil, pero estoy convencida
que muchos como yo se la hacen.
¿Por qué habiendo
tantas acciones buenas por parte del hombre, apenas brillan? Recuerdo mis
primeros trabajos en Madrid, la sensación que tuve al toparme con esa otra
realidad tan abrumadora, pensé que por fin había bajado de la nube protectora
en que la sociedad me había beneficiado, y que me daba una oportunidad para
cambiar mi actitud; no digo que aquellas experiencias no me calaran, me calaron
y mucho, sin embargo, al cabo del tiempo me doy cuenta que no es suficiente, que
nuestra conducta ha de estar en permanente alerta porque los vicios son
infinitos y la insensibilidad crece como la mala hierba en nuestro carácter
social (tanto nos acostumbramos a ver las aberraciones que terminan por ser
algo más de nuestra vida cotidiana)
Hoy, cinco de enero,
es para mí el día más bonito del año; mi familia me transmitió el espíritu
mágico de la ilusión y la inocencia y, así, he tratado de transmitírselo a mis
hijos. En mi carta a los Reyes Magos de última hora pido fuerza, ánimo, alegría para todas esas personas anónimas, que son
millones, y que entregan su vida (sin pedir nada a cambio) a los demás.
¡Feliz día de Reyes,
amigos!
2 comentarios:
Seguro que sus majestades de oriente se hacen eco de tus peticiones. La agenda mediática se rige más por el criterio de caja/audiencia que relevancia social de la noticia.
Besos ligeros como el carbono.
Feliz día de Reyes y Feliz año 2014.Me encantaría tener una barita mágica y cambiar todas las cosas del mundo que son injustas y nos duelen. Un fuerte abrazo.
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