La ciudad de Roma
sigue su estela desde hace siglos, bullendo de su propia historia. Nada en ella
es indiferente, es tan rica que es imposible agotarla. Con lluvia, en gris, en
azul, es hermosa por sus cuatro costados. A ella han confluido civilizaciones,
razas, destinos…, y lo sigue y seguirá haciendo. Aunque desde ayer a las ocho
de la tarde, una parte de ella esté huérfana, tocada y sobre ella caigan los
truenos más silenciosos.
“Las suciedades que
desfiguran el rostro de la iglesia” Una de las miles de perlas que nos ha
regalado un hombre que, aunque muchos quieran ver en su marcha un fracaso,
personalmente pienso que es un ejemplo tanto para católicos como los que no lo
son.
Como católica
¡Cuántas veces me he llevado las manos a la cabeza por la postura de este
hombre tan inmovilista para los tiempos que corren! Aunque si he de ser sincera
con los años he ido interpretando la religión a mi manera, bien por egoísmo, vaguería
para el sacrificio… quién sabe. Sin embargo, este hombre, que para humildad ha
sido el árbitro para propios y extraños, no ha dejado indiferente a nadie.
De él, todos podemos
escarbar muchas de sus actitudes como hombre para copiarlas, y hacerlas
nuestras en una época en que impera más
un gesto, una imagen, ambas fuertes acicates que los seres humanos necesitamos
como guía espiritual sin necesidad de aferrarnos a ninguna religión. Pero, también, necesitamos parar, coger aire, y reflexionar para ordenar nuestros
pensamientos, nuestras ideas y, después, levantarnos y continuar nuestra senda.
Soy e las que
piensan que todos los caminos llevan a Dios y que Éste le podemos encontrar en
las facetas más insignificantes de la vida y, por esto, todos nos convertimos
en un gran rebaño unidos en un único destino.
El artículo de Mario
Vargas Llosa "El hombre que estorbaba” Me ha dado un claro ejemplo de mis
últimos pensamientos ayer cuando veía cómo se cerraban las puertas en
Castelgandolfo; os lo recomiendo. Pluma amable, clara y concisa de lo que ha
podido llevar a tomar esta decisión tan transcendental para la Iglesia Católica.
Hay otro artículo “Un
lugar para un Papa emérito” de Paolo Flores” que, aun siendo mucho más incisivo
que el de Vargas Llosa, también apunta directrices de la decisión de un gran
hombre.
1 comentario:
Benedicto fue el tecnócrata que la Iglesia necesitaba después del carismático Juan Pablo II. Curiosamente en el papado del polaco descendió drásticamente el número de practicantes católicos y seminaristas, y con el alemán aumentó. El que sólo impartía Paz dejó tanto sin hacer, que todos sabían que únicamente Ratzinger podría desempolvar y al día poner.
Deberíamos aprender y poner de Presidente a un tecnócrata que no le importe ser el carro de las hostias, porque sabe que con su esfuerzo el país vuelve a ir bien. Hay gente con principios... y no hablo de Belén Esteban.
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