Los domingos, a primeras horas del día, son vagos y afásicos por
naturaleza. El reloj se retrasa, las alarmas enmudecen y los vehículos dejan de
pedalear. Pero, en invierno, cuando la climatología desencadena todo su
plumaje, el calor de las sábanas resulta tan irresistible que el ser humano
elige soñar, procrear, descansar bajo ese manto de hilo. Algodón y lana.
Pero también existen sombras que pasean, locos bajitos a jugar el partido
dominical, perrillos con sus amos, ancianos en busca de tinta fresca en el
kiosco y pan recién orneado…
Hoy es domingo de lluvia y abulia. Salgo a la calle, el agua resbala del
cielo, de los canalones convertidos en improvisadas duchas, y las gotas se
aposentan en mi cabeza como buscando convertirme en una fuente solitaria…
Escuchad como tintinea el agua sobre el asfalto, no hay más sonido y, éste, va
haciéndose fuerte en el interior de los pensamientos. Te inundas de una paz
inusitada equilibrándose tus cinco sentidos. La lluvia sigue recreándose sobre
mi cara, llorando adormecida en mis ojos hasta darme cuenta que el mal se
aleja, que las manos son capaces de tenderse hacia otras que están vacías,
incluso, las palabras, rebosar consuelo, perdón y agradecimiento… No, no es un
domingo cualquiera, la magia se ha hecho dueña de la ciudad.
4 comentarios:
También ha llovido aquí.
Poco y mal.
Paseo desagradable hasta el mar que estaba gris y solo.
Besos.
La belleza de un día de lluvia puede exaltar los mejores sentimientos.
Besicos.
La lluvia tiene su encanto cuando no hay prisas de por medio. En cambio si te coge encima de la moto, ya no es tan apetecible.
Besos mientras aguardo el próximo frente nuboso.
Los días de lluvia también tienen su encanto, son especiales, románticos, tiernos... son diferentes y hay que disfrutar de ellos, claro que sí. Da gusto leerte Mª Ángeles. Un fuerte abrazo desde el blog de la Tertulia Cofrade Cruz Arbórea.
http://tertuliacofradecruzarborea.blogspot.com/
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