El viento se ha
despertado silbando, agitando telarañas de los setos y bailando con las copas
de los árboles. El cielo se ve arrastrado por ese aire que lleva consigo nubes
tortuosas, hilachos de algodón y los requiebros del amanecer. Parece como que
quisiera contarnos que mañana ya es septiembre y hoy es un agosto descolorido
mientras las maletas de un chiquillo son arrastradas por el jardín camino de su
destino.
Todo comienza a
mutar y el verano que es azul y lavanda, verde en sus bordes y turquesa en el
fondo, va desfilando silencioso en pos de su retiro.
La casa se queda
silenciosa, solo las huellas de un perro buscando a ese muchacho de las maletas
rompen la monotonía del vacío y, yo, al otro lado del jardín, me disipo en los
recuerdos de un verano tan intenso en sensaciones como colorido en su
trastienda.
3 comentarios:
Otros veranos vendrán. Ahora toca empezare a amar el otoño, a cuyos lomos pasaremos para refugiarnos en un invierno que dé paso a la flor de primavera.
Besosss
Hola, Adela, me alegro mucho que retomes tu magnifico blog, después de las vacaciones. Ya nos regalarás esas cosas tan bonitas y tan esperadas.
¡Bienvenida!
Un abrazo
Otro verano que se acaba y más imágenes congeladas en nuestras retinas para guardar en ese cajón de los recuerdos.
Besos!
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