Me dicen, me aconsejan que cuando saque los dedos a pasear los utilice con moderación y discreción para así no perjudicar a terceros. Si eso me lo sugieren a mí, que casi no me conocen ni en mi casa, comienzo a pensar que los periodistas, que los hay buenos y honrados, los hay malos y comprados para hacer daño… En resumen, todos sufrimos de una cierta mordaza invisible… Es muy triste ¿no?
Escribir en mi caso, es una bambula de escape fantástica que me divierte y me gusta. Muchas de las cosas que escribo comienzan en una realidad cotidiana para crecer posteriormente en la ficción. No es la primera vez que alguien ha mirado con lupa algunas letras queriendo encontrar una verdad cuando en realidad ha sido fruto de mi imaginación que, por suerte y después de casi dos años, vuelve con energías.
Además, siempre he pensado que los que tenemos una mínima capacidad para coser unas letras con otras, debíamos utilizarlas no sólo para hacer grata la vida a los que nos leyeran sino, además, para denunciar aquello que creyéramos que estaba lejos de la justicia; es decir: abusos, maltratos, injusticias… Etc. En mi caso llevo una temporada, cada vez más por desgracia, que estoy rebotada con infinidad de cosas, hechos y actuaciones. Ayer una compañera de trabajo me decía que eso es debido a que me estoy haciendo mayor…, no sé, creía ser una persona optimista y que tapaba con estiércol lo que no me gustaba para que al final germinara una buena semilla… En fin no sé, el caso es que estoy harta de ver tanto paro, tanta juventud sin esperanza, tanto político sinvergüenza, tantos cargos millonarios que no se los cargan por eso de ahorrar, hasta las narices de gente, empresas que son intocables, que establecen sus call-center a miles de kilómetros de España para ganar dinero, privando de ese trabajo a muchos jóvenes y no tan jóvenes españoles y, para colmo, dando un servicio nefasto. Estoy hasta el último pelo de que paguen las crisis siempre las mismas capas sociales y aguantar sin pestañear a los sindicatos que simulan ayudar al trabajador. Estoy sonrojada e indignada de aquellos que han de dar ejemplo a su pueblo y estar a las duras y maduras al pie del cañón y, en vez de eso, se van a miles de kilómetros con sus amantes a cazar elefantes que cuesta cada elefantito, treinta mil euros.
Estoy hasta lo que no tengo de la gente egoísta y mala que no para hasta triturar a quien tiene al lado, estoy hasta… de la gente que critica a los demás sin ver, sin sentir lo que ellos hacen… Vamos, en definitiva: estoy inaguantable y deprimida.
Pd. Cuando tengo estos días tan nublados, envidio a nuestro compañero TORO SALVAJE, mi eterno cabreado, que sabe decir las cosas de una manera que te deja buen sabor de boca y una sonrisa muy grata, aunque esté refunfuñando desde la primera letra hasta la última, lo sabe hacer maravillosamente.
1 comentario:
Comparto todo lo que dices.
Es tanta la mugre, la basura, la corrupción, la avaricia, el egoísmo y la miseria moral que hay en nuestra sociedad que a veces pienso que morirse será un gran descanso.
Cuando era joven las ilusiones compensaban todo eso y además era tan inocente que no veía nada.
Con los años y a fuerza de acumular experiencias he ido abriendo los ojos y ahora contemplo asqueado el mundo en el que vivimos.
Me gustaría creer en algo o alguien que fuera capaz de limpiar tanta inmundicia pero no lo encuentro.
Mire donde mire allí reina la podredumbre.
Escribirlo me ayuda a sobrevivir.
Gracias por tus palabras.
De corazón.
Besos.
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