EL LISTÍN DE TELÉFONOS

A veces los caminos de la amistad son extraños vericuetos, ríos de sentimientos que se juntan, se estrechan y se separan  para que,  un buen día,  volver  a encontrar.

La amistad es una tómbola, un juego de azar, una lotería.

La amistad es un jardín al que hay que abonar cada cierto tiempo, alimentar con agua de manantial, quitar las hojas y flores secas, podar para que crezca sana y así convertirse en  una eterna primavera.

La amistad es un hospital donde se curan las heridas, un hogar donde la lumbre mata al frío. Lloras, ríes, compartes… A tu lado hay un hombro donde calmar la sed, darse una tregua y remprender el camino que a veces es demasiado espinoso para caminar solo.

La amistad es un cordón umbilical atado al corazón.

La amistad son callejuelas estrechas donde darse sombra, donde cobijarse del levante y poniente que unas veces moja y otras seca.

Hay quien vive sin enterarse, sin conocer la amistad. Creen que la multitud es ella sin darse cuenta que con un solo amigo ya es rico.

Cuántos amigos he perdido por el camino, cuánta gente maravillosa me ha esperado en las curvas de mi  vida… Después,  por desidia, egoísmo, avatares incontrolados,  los he ido perdiendo… Aunque la vida me ha tratado bien, a veces demasiado benévola con mis conductas, me ha brindado una segunda oportunidad.

Hace días, en el fondo de un cajón,  encontré un listín de teléfonos.. Cogí una cerveza, un cigarrillo y lo abrí; fue una sensación rara, alegre. Ríos de recuerdos brotaron en mi mente. Al día siguiente, comencé a marcar algún teléfono; nunca es tarde si tu voluntad se obstina en poner piezas para comunicar de nuevo un camino con otro.

¡Buen fin de semana, amigos!