Fotografía de G. Schuh
Su acento huele a melancolía y las palabras que surgen de su boca saben a profunda espiritualidad. Es una mujer que camina en soledad y, de vez en cuando, se aposenta a la orilla de tu vida para regalarte su humilde sabiduría. Ama el silencio donde la crecen las raíces de árbol caduco. Es un ser de tiernos azules con tintes de cobalto ribeteados de blanco. Sencilla, breve, tan fácil de comprender que te abre las puertas a otros parajes desconocidos para ti. Despide una luz tenue y cálida invitándote al recogimiento. Las enseñanzas que imparte son de un realismo mágico que transforma tus sentidos y, cuando al fin su voz enmudece, tú estás volando entre arbotantes y cúpulas hasta alcanzar un ápice de su sensibilidad transformada en un cielo cristalino sin fronteras; ha conseguido que tu mente se abra al intelecto más refinado, y ella entienda que ha nacido para ser maestra de Bellas Artes.
4 comentarios:
Hace tiempo que no te leía. Abandoné el blog por varias circunstancias y ahora, al pasar por aquí me encuentro con este precioso retrato, magistralmente presentado por tu hábil "pluma" (que queda mejor que decir ordenador y tecleteo)y haces que me parezca conocer a esa mujer. No sé si solo existe en tu imaginación y lo expones así de bien, pero...yo he conocido a alguna que otra persona, casi siempre mujeres, que han hecho parar hasta los pajaritos por su sensibilidad y valía.
Un abrazo, Carmen Sabater.
Hola guapa! DE vuelta para ponerme al día en actualizaciones..
Gracias por compartir. Siempre un grato placer pasar a visitarte y aprender de ti.
Abrazos de luz!!
Beatriz
Precioso texto. Como siempre una delicia leerte. Un abrazo grande.
¿Por qué será que los más dotados para el "arte" son también los más propensos a la "angustia vital"? Un dilema que hace feliz a los desdichados y que hiere a los más sensibles.
Yo no tengo la respuesta, pero sí la capacidad de leer entre líneas.
Un beso,
JULIO.
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