DE NORTE A SUR

22 de diciembre y el AVE, al fin, llegará a Valladolid, mi ciudad.
Los que me conocen, saben lo qué eso significa para mí: estar a cincuenta y seis minutos de mi tierra, de mi gente.
Ese ave rapaz de pico largo y afeitado ya une los dos puntos de España que más quiero. Por un lado, mi Sevilla. Por otro, Valladolid, mi vida. Y yo, en el medio, en Madrid, para tirar al norte o al sur, dependiendo lo que el alma me pida.
Da igual quién haya hecho este milagro, la guerra de partidos políticos me da igual; el que gana es el ciudadano, el que importa y que, a veces, muchas, los políticos olvidan a favor de ellos mismos.
Pero no, esta vez somos nosotros, los que triunfamos. Ya me veo a mi Valladolid, más bonito que un San Luis, pulcro y vestido de domingo, como buena muchachita que se precie de provincias. Para mi ciudad, que el AVE llegue hasta ella, significa mucho: prosperidad para todas esas gentes anónimas que trabajan día a día en sus calles, bares, comercios y museos. Sé que Valladolid sabrá sacar partido porque con los años ha sabido reinventarse así misma hasta convertirse en una gran señora de rancio abolengo.
Hoy 22 de diciembre del 2007 comienza la navidad con los niños de San Idelfonso y el gordo de navidad, bellísima tradición que, ojalá, nunca se pierdan esas voces que abren las puertas a unos días especiales. Para mi ciudad, VALLADOLID, hoy la ha tocado la lotería; hoy llega el AVE a ella a las 11,30 horas.