viernes, septiembre 25, 2020

OTOÑO EN MI PIEL


I

Se fue el estío, aunque no lo quieras ver. En la ciudad aún no se nota, los edificios y el asfalto te confunden, pero la luz te guía y te habla de un adiós que no admite retrasos.
En el campo es distinto porque todo te habla, no hay más que sentarte a contemplar y mirar con ojos despiertos. En la mañana, la luz se adormece despidiéndose tan temprano que tu piel se encoge y tus ojos se oscurecen.
La tierra está húmeda de ausencias y, aunque la flor se resista, tiembla ante su caída. El jardín se plaga de sombras tristes y alargadas. La melancolía te envuelve en el murmullo de los últimos pájaros. Los árboles mudan su color, mutan hacia el sueño invernal.
En casa de mi amiga se oyen las campanas, dan los cuartos, la medias y las enteras. Suenan como siempre, pero ahora tú las escuchas diciendo adiós al estío. No las sientes cantarinas sino recogidas, íntimo sonido que se cuelga dentro de ti.
El sol del medio día ya no abrasa sino entibia tu voz, y el aire en la tarde bambolea el fruto de tu manzano cayendo a la tierra moribunda.
Las calles permanecen mudas de veraneantes; no están los niños y sus juegos estivales, y el agua de la piscina, tan trasparente y turquesa, comenzó a verdear en el olvido.
Las ventanas son ya farolillos. Asómate y verás al niño crecido con sus ojos encerrados en el libro que huele a tinta sin estrenar. La madre plancha, guisa y retoza con sus retoños. La espuma de la bañera es ahora el agua que calienta tu piel del otoño.
Pero aún en el sur, las olas juguetean con el visitante que no es tan joven, es piel de añadas que ganaron su descanso.
Sí, se fue el verano con el eco de ese amor furtivo, la música playera y el olor a heno y salitre. Se fue con sus colores tan vivos y alegres que nos cuesta soltarnos de su arco iris.
“El tiempo es sabio” Me digo mientras abro las ventanas para que entre los nuevos aires de una estación de sepias y granas y renueve las esperanzas y e ilusiones que hacen mantenernos en la difícil cuerda desequilibrada de la vida.
Hoy ha amanecido con el tiempo encrespado, como esos niños mimados que igual gritan con furia rompiendo los brazos amorosos de un árbol, o increpando a los ladrillos hasta hacerlos volar sin alas; al rato, la lluvia se pegaba a la ventana hasta esculpirse en lágrimas perdidas. El cielo de gris, el cielo de humo, el cielo de mar. Tras el ventanal mi piel se erizaba al contemplar el bramido de la naturaleza al tiempo que mi olfato se empapaba de incienso, ese aroma que me transforma hasta rezar con devoción… Porque la vida es creer, creer en los sentimientos como mi perrillo cuando me mira confiado porque sabe que su ama nunca le hará nada malo.
Hoy ha amanecido un día de perros, como diría un castellano viejo, es un día de quedarse en casa y saborear el silencio de nuestras paredes que hablan con el alma en la mano.
Para mí, hoy ha llegado el otoño a mi vida…
II
¿Lo has visto? Llegó de puntillas cuando las horas casi dormían y el mundo casi flotaba.
Tiene cara de campo trillado que el tiempo despobló. Las mejillas son dos manzanas coloradas y su cuerpo, un tronco encorvado semi desnudo, hierba en una primavera tardía.
Me agradan sus mañanas suaves de otoño claro y colores de ocres tristes.
Me alivian sus días cálidos en los que el sol acaricia mi piel fría echando raíces en mi alma adormilada.
Me apasiona su vientecillo suave que acompaña a la melodía del silencio abandonado cuando paseo por mis caminos en reposo, afónicos de hombres que distraen mi embeleso.
Me flipa el sonido vacío de la campana en su espadaña, extendiendo su sonoro tronar sobre mis campos indefensos y desamparados.
Me gustan sus susurros de otoño que invitan al sosiego y al balance de logros y desaciertos.
Me complace este ocaso de humedad tierna que resbala y encharca…, su aroma inalcanzable de la brevedad de un instante mientras un poema nace en mis labios.
Me deleita mi tierra de vastos horizontes que en el declive expande mi mirada. Tierra enjuta que enhebra otoños, primaveras y veranos para luego dormir en inviernos gélidos y nieblas misteriosas. Tierra de tragedias y ternuras, de odios y caridades, esta es mi Castilla de dorados otoños y tardes de membrillo.
M Ángeles Cantalapiedra, escritora
©La vida secreta de las mariposas ©Un Lugar al que llegar ©Largas tardes de azul ©Al otro lado del tiempo ©Mujeres descosidas ©Sevilla...Gymnopédies

3 comentarios:

Reina Letizia dijo...

Tardes de membrillo... ¿Sabías que la Reina de España merendaba bocadillos de membrillo en su infancia lejana?... ¡Qué recuerdos!

Besos de Reina

Macondo dijo...

El otoño es todavía más bonito en tus letras.

URGENT LOAN OFFER dijo...

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