miércoles, agosto 09, 2017

AMANKAYA

Hoy desperté con tu nombre pegado a mis labios, Amankaya y corrí a buscar tu imagen al desván de mis sueños, ahí donde nada es real y todo es posible.
Mi niñita dulce, te encontré como siempre regalándome sonrisas, apostada en la puerta de un arcoíris. Te acaricio con la mirada hasta sentir ese amor que no posee palabras. Veo tus ojos sin horizontes, achinándose sin miedos a esa vida que ves pasar que no es tuya, pero que tú rozas cada mañana al despertar.
No puedo evitar balancearme en tu recuerdo, Flor de azucena, que es lo que significa tu nombre, Amankaya, mi niñita tierna.
Atrás quedó tu cuerpo chiquito y yo prendí el vuelo muy lejos de tu paisaje, pero antes de partir me pediste unas alas para volar como las mías. Al principio no te entendí hasta que señalaste mis pies. Entonces vi tus piececillos de angelote renegridos, encallecidos de ignorancias y corrí a buscarte unas alas tan diminutas como tú. El estupor en tu gesto hizo más grande mi corazón, nada comparable cuando te pusiste tus alas y volaste del revés.
Cierro los ojos y te veo, te veo, y te siento como lo más hermoso que mis ojos han podido ver y palpar con la pureza de una imagen.

Amankaya, Flor de azucena, mi sueño ya es real como tú misma.

6 comentarios:

Marigem dijo...

Qué preciosidad, es duro, porque todo lo que sea ver sufrir a un niño duele pero lo has descrito con tanta ternura.
Besos.

Pedro Luso de Carvalho dijo...

Hola, Mª Ángeles!
Siempre una buena crónica. Me gustó.
Un beso.
Pedro

Macondo dijo...

Qué poco necesitan para regalar esa sonrisa de felicidad.

Laura. M dijo...

Cumplir un sueño es tocar el cielo Mª Ángeles, y si Amankaya te da esa sonrisa de relalo, lo más.
Besos.

Mª Jesús Muñoz dijo...

Una preciosa mujercita con sus zapatitos al revés...
Hermoso homenaje, amiga.
Mi abrazo y mi cariño.

SALETA dijo...

Joer... amiga.
Qué poquito haría falta si el corazón fuese aquello para lo que fue creado.
Besos, y muchas gracias por el texto.
Saleta.