El invierno fue duro pues la nieve enterró la
espiga y la lluvia ahogó la simiente. La luz no amanecía, los árboles eran
esqueletos hacinados en el olvido, y nuestras vidas corrían al acecho de un
refugio.
La nostalgia se
sabía compañera de soledades y el silencio silbaba nuestras horas.
Pero hoy…, la he
visto muy de mañana, pizpireta y acicalada, enredando a todo el que pasaba.
Me ha alegrado nada más ver
su diminuto talle, su gesto dichoso y esos ojos que miran de mil colores.
Su piel huele a
violeta, limón y azahar y su frescura sacia tu ánimo trémulo.
El viento ha
dejado de aullar, el cielo se viste de azul aunque el blanco y el gris
revoloteen en sus sienes.
Y la lluvia ya
no es agua de pena sino manantial de agua generosa
2 comentarios:
Ni las alergias pueden con ella.
La mente conceptual nos empaqueta la Realidad para que no veamos otra cosa que sus "paquetitos".
En tu caso no hay problema porque sientes más que piensas. Véase el texto, jaja.
Cafelito de ida y vuelta.
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