Me he despertado a las cinco de
la mañana, empieza a ser rutina… Os preguntaréis qué se puede hacer a esas
horas…También me lo pregunté yo hasta que me puse delante de una taza de café y
las ideas surgieron frescas cual lechugas. Planché, fregué, cosí y abrí el
correo de cinco meses acumulado, hice cigarrillos con una máquina explosiva,
tomé café con la lluvia de luz que me iba amaneciendo… Y cuando terminé, me
vino a la cabeza mi farmacéutico. No le recordé porque sea guapo porque no lo
es, pero ayer gracias a un sablazo que me dio uno de mis hijos (las madres
siempre, siempre pringándola con los hijos) fui a visitarle y mientras esperaba
a que me despachara, le pregunté, por educación, qué tal sus vacaciones
tempranas; me dejó con la boca abierta… Sin tapujos, ni miramientos, me
contestó rápidamente “Fantástico”. Una que está acostumbrada a que la
gente, en estos tiempos que corren tan
malos y desaboridos, te conteste a esa pregunta con pesares, pues este
hombrecillo calvo, diminuto, de sonrisa fresca y amable, me hizo que fuera una
indiscreta del copón porque ante mi incredulidad, le pregunté “Fantástico, ¿Por
qué?”… Él levanto sus ojillos y mirándome con la alegría pintada en su rostro
contestó “Por nada especial y por todo. He leído mucho y muy buenas novelas, he
paseado, he visto el mar y he hecho senderismo en mi Asturias querida… Pero,
fíjate, qué suerte tan grande tuve que un día mirando al mar, vi flotar algo.
Me puse las gafas y cuál fue mi sorpresa al ver un tronco; me acerqué a la
orilla para rescatarlo ¡Y qué bonito era! , me lo llevé a casa… Pero es que ahí
no paró mi suerte. Otro día hice senderismo por la montaña, y al llegar a un
recodo, éste estaba lleno de maleza; con la mano la retiré y delante de mis
narices apareció una especie de quinqué antiguo. También me lo llevé a casa…
Así que cómo no va a ser estupendas mis vacaciones, ¿no te parece?”
No vi mi cara,
pero sí sentí mi gesto benigno y amable al concluir sus motivos; según volvía a
casa iba pensando que si hubiera mucha gente como mi farmacéutico (que la
habrá, lo doy por seguro) que fuera capaz de expresar a sus semejantes las
cosas buenas que nos ofrece la vida, gratis, regaladas porque sí, tal vez el
mundo iría un poquito mejor.
Cuando se han
despertado mis hijos, en vez de quejarme de lo mal que había dormido, les he
contado todo lo bueno que he encontrado a las cinco de la mañana en ese correo
de cinco meses sin abrir, en tomar café con la tormenta del alba, en coser unos
vaqueros rotos desde hace meses, en descubrir unas fotos en ese correo
divertidísimas, en el recuerdo de mi farmacéutico, en planchar para que cuando
venga María a ayudarme no se canse demasiado ya que la semana que viene la
operan de cáncer… Y con el aroma de la tinta fresca os lo transmito a vosotros.
4 comentarios:
Ese hombre sabe vivir. Me encanta la gente así, la admiro.
Me ha recordado a un bloguero que sigo y que me alegra el día además de enseñarme a ver la vida con más positivismo.
Besos
Tu farmacéutico haría bien en dejar de consumir algunas sustancias eh..., así cualquiera...
Besos flipados.
La ley de Murphy ('Si algo puede salir mal, saldrá mal') es falsa. Es falsa porque solemos recordar lo malo.
¿Por qué no recordar lo bueno, y dejar a un lado cuando erramos?
En la vida, cual farmacéutico, hay que ser positivo y optimista.
¡SALUDOS!
www.undiariopersonalmas.blogspot.com
Jajjaja me parto con el comentario de Toro,me ha desconcentrado...
Aysss
Lo del quinqué antiguo es de premio!
Besos!
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