Diario de una novata
vallisoletana I, apéndice
Madrid, 7 de abril,
2016
“Escribir es la
manera más profunda de leer la vida”… En mí, es recolocar las ideas,
acariciarlas, perdonarme, descubrirme, reír y comprender. Ya no sé explicar sin
letras. Es un viaje a los interiores de mi ser y ver el paisaje que allí se
cuece. Después extraigo lo que palpita y lo fundo en letras minúsculas y,
mientras la tinta fluye, la serenidad y el sosiego van creando un paisaje de
tres elementos: hombre, paisaje y una pasión, Delibes dixit.
Pero una obra es
cosa de dos, un matrimonio: del escritor y del lector. ¿De qué sirve vomitar,
echar fuera aquello que te carcome si luego no tienes quién te lea? Estéril tu
trabajo. Sí, en principio calma mientras vas colmando de bilis un papel con
tinta azul. Disfrutas incluso con esa vista de suaves pinceladas y letras
titubeantes mientras tus pasos van racheando cual costalero en el que te
hubieras reencarnado. Pero después, cuando tu encaje conforma un mantón de
hilos bien casados, tejidos con puntadas desde el corazón y tus yemas hierven
sangre de tanto coser entre las costuras de tu alma, necesitas ofrecer, ansías
compartir porque, ¿qué es la vida sin compartir? Un erial, un desierto donde no
existe oasis posible.
Estoy más relajada,
Sevilla…Gymnopédies esta gustando, gustando mucho si me apuras y eso calma mi
sed. La novela está cumpliendo su objetivo: distraer, hacer compañía, a veces
parar, coger aire, y pensar. Meditar lo qué significa un amigo, una familia, un
amor. No un amor de ida y vuelta que no anida, sino ese amor sopesado como
dibujaba Miguel Delibes en “Señora de rojo sobre fondo gris”. Y es que en
Sevilla…Gymnopédies se habla de amor, incluso de ese amor romántico como cuando
a Delibes se le colaba su ángel entre sus renglones.
Hablar de manera
sencilla y cercana, metiéndote en la piel de gente corriente que chilla por los
callejones de la vida para no ser invisible.
Llegar a Valladolid,
es llegar a casa, donde los tuyos te esperan, donde una madre desea oir la voz
de su hija entreverada de emoción. Es perder la vista entre tus amigos expectantes
de tus palabras. Es tocar el cielo tímidamente y sentir que estás en una nube
que te mece entre algodones.
Valladolid, tierra
de campos, seria, fría en distancias largas, recogida en lo suyo, me espera y
yo ansío llegar para abrazar a los míos, para ofrecerles mi decir con una hija
hecha a fuego lento en tierras lejanas, envuelta de música, con sonrisas,
intrigas, dolor y esperanza, pero al fin y al cabo una hija del Valladolid de
siempre, ese que se abre en las distancias cortas y pierde su gesto osco y
desconfiado. Mi hija, Sevilla…Gymnopédies, por fin, llega a casa.
4 comentarios:
Tienes que estar contentísima y muy orgullosa Mª Ángeles, tú lo has dicho, es tu "hija". ¡¡Enhorabuena de todo corazón!! Un fuerte abrazo. @Pepe_Lasala
Seguro que la tratarán muy bien.
Besos.
Y seguro que al llegar a casa lo que encuentras es un hogar, ese lugar que te abraza y te acoge como si de un útero se tratara y tu estuvieras empezando a ser tu.
Besos
Que cerca te tengo y que bien has descrito tu novela. Voy por la mitad y me esta encantando.
Cuando te leo, siento que estoy viva y fluyen a borbotones los sentimientos.
¡Gracias!
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