Diario de una novata
sevillana II, Apéndice
6 de abril, 2016
“En Sevilla la
lluvia es una maravilla”…, y un excremento de vaca. A mí me fastidió mi
peluquería casera, me rompió el paraguas y tuve que ir a un chino a hacerle
gasto con la compra de otro paraguas, y me espantó a la clientela. Claro, los
castellanos estamos acostumbrados a lo recio, a lo enjuto, pero Sevilla es
sentimiento hasta para llover. Me mojó hasta la prenda que uso para tapar mi
pomposo culito. Ahora, no pudo con mi ánimo. Me sentí “Cenicienta”, bajo un paraguas
chino, pero Cenicienta.
El día nació zaíno y
entreverado. Gotas rabiosas corrían sin rumbo cuando las luces de la electricidad programada se iban a
dormir. El AVE comenzó trotón a su rumbo sevillano pero el día no estaba por
ponérselo fácil; la lluvia se estrellaba una y otra vez con furia contra los
cristales y cuanto más agua, más verde se mostraba el campo, más cristalinos
los charcos y más albero tierras de olivos. Llegamos puntuales y la ciudad lloraba
sin consuelo mientras el viento azuzaba contra el suelo el último azahar
prendido de su naranjo, aunque cuando el vendaval respiraba, el asfalto
perfumaba de azahar para, a continuación, reanudar el aguacero rezongón. Corrí
encima de mis playeras a la cita programada con el ABC. Llegué como una
escritora metida en una sopa de agua lo que no impidió mi verborrea cargada de
ilusión y piel de triunfo por llegar a donde mi imaginación nunca imaginó con
mi hija de tinta y papel. La risa adornó el rato que estuvimos juntos, Juan el
fotógrafo, Jesús el redactor y Antoñita la fantástica encarnada en mi persona.
Y les vi desaparecer bajo esa nube de tromba de agua entre deseos, besos y más
sonrisas al pie de mi Esperanza de Triana. Entré para pedirla mesura, confianza
y humildad. Ella me miró, harta de mí, diciéndome “Vete ya, alma de cántaro, a
tomarte una manzanilla y deja de pedir” Obedecí con creces cayendo
posteriormente dormida profundamente hasta que sonó el despertador. Me metí en
la ducha, me decoré sin mirarme a penas al espejo. Lo que necesitaba era el
espejo del alma que estuviera bien nutrido, lo demás no me importaba, y me fui a
tomar una copa para calentar los motores de la lengua vivaracha, no fuera a ser
que se durmiera y tuviera que hablar con las manos y ojos, pero hablé con todo
mi ser, como si estuviera programado para volcar todo lo que bullía en mis cavernas
más íntimas. Sevilla, aunque llorona y plañidera, no se merecía menos, como
todos los que allí estaban, algunos habiendo hecho muchos km para acompañar a Sevilla…Gymnopédies.
Besos, abrazos,
risas, fotos y firmas, y después nos perdimos por las calles sevillanas, prietas
sus paredes y vestidas de blanco rematando sus coronas de limoneros. Un grupo
nutrido donde la edad abarcaba todo un abanico de años, donde la conversación
corría como las cañas de cerveza y la manzanilla, y yo siendo cenicienta, el
centro de atención, la más hermosa entre todas aunque mis pelos fueran un
chasco, y el maquillaje historia de un momento.
Me desperté
sintiendo que aún era la princesa, y seguí apoyada en los tejados de la ciudad
de mis sentimientos más hondos mientras el cielo azul cimbreaba el alma en el
palacio de Dueñas.
Cuando abrí la
puerta de casa, sentí que la carroza de cenicienta me entregaba a mi otra
realidad. Me quitaba los Stilettos,
el vestido con cristales de Swarovski,
me recogía el pelo en una coleta, me ponía el delantal y me depositaba en la
piel de mi yo más real.
Me preparé a poner lavadoras, acaricié a mi perro que mostraba su enfado por
mi ausencia, a encender el lavavajillas, y a esperar a mis hijos como cualquier
madre. Después, abrí los cajones y fui metiendo mis sueños con cuidado de no
arrugarse, las imágenes cosidas al corazón, las letras por construir, los
recuerdos más simples pero los más valiosos y cerré los ojos esperando un
mañana cargado de ilusión mientras mi olfato se zambullía en el azahar robado a un palacio.
PD… Un momento que yo también
quiero expresar “Tú, cállate” “Y un cuerno me voy a callar” “Que te calles, he
dicho” “Que no, que no, en Sevilla cuando llueve no hace falta ducharse en la
bañerita, te ducha ella hasta las entrañas. Ay lerele, lerele…”
4 comentarios:
Seguro que los sevillanos que te escucharon verían el sol en tus ojos y en tu sonrisa y seguro también que escucharon un hermoso torrente de palabras.
Besos
Aunque Sevilla te recibiera con lluvia, tú sabes que los sevillanos no,los sevillanos te recibimos co alegria, y fue una noche mágica, entre Sevilla y tú. Estoy deseando empezar el libro, un beso. Amelia.
Hasta la lluvia quiso venir a verte.
:)
Besos.
Ay lerele! pero todo fue bien!
Me alegro mucho.
Tómate una manzanilla a mi salud!
Besos guapa.
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