sábado, septiembre 13, 2014

HABLEMOS...

La vida está escrita en clave de gestos, hechos que son los que hablan por sí solos,  porque las palabras dicen, pero no demuestran a no ser que escriban sobre obras consumadas.
A la gente le gusta hablar, hablar sobre lo divino y lo humano. Hablar sin saber, sabiendo lo que se habla, el caso es hablar, formar una inesperada tertulia, charlar entre amigos sobre el acontecer cotidiano, comentar noticias… Y hablando y hablando, a veces  se grita, se critica, se cuchichea, se discute, se dialoga, se balbucea, se confiesa, se niega… Tantos sinónimos tiene el verbo hablar que me  lleva a recordar  a la gente que no habla. Una minoría silenciosa, que calla, que omite. Tal vez goce del arte de escuchar y medite sobre las palabras de los demás. Quizá se muestre insegura sobre sus propias ideas,  que prefiera estar callada antes de decir incongruencias. O haya personas que no las gusta hablar o no tienen nada que decir o aportar.
Ahora, por ejemplo, en los trabajos se hacen reuniones llamadas “Brainstorming” que, traducido al castellano, significa “Tormenta de ideas”. Es divertidísimo, todo gira en torno a un tema y, en grupo, cada uno aporta una idea, una ocurrencia o ingenio para mejorar  sobre el tema en cuestión; diseños o esbozos que aporta cada miembro del grupo y así aportar algo nuevo y positivo al tema central. Ya os digo desde aquí que se dicen verdaderas barbaridades que a veces resultan ocurrentes y graciosas… Resumiendo, esto es otra forma de hablar y no callar.
Quizá este afán frenético del ser humano a hablar es debido a que no soporta la soledad, ese silencio que le confronta con su yo íntimo y personal. O porque la esencia de su persona necesita compartir con los demás; en este caso compartir palabras, ideas, pensamientos… Como hoy yo,  que normalmente no sé estar callada. Es una necesidad de decir bajo  mi lema no escrito aunque sí sentido “Antes muerta que muda”, eso sí, necesito el silencio, la soledad para enfrentarme a mi lluvia de palabras. Claro, como os podréis imaginar, mi conducta irrita muchas veces y me mandan callar, y me dicen que antes de abrir la boca medite hasta trescientas veces lo que voy a soltar… Claro que, también, irrito cuando me quedo callada, escuchando profundamente a los otros, observando sus gestos, interiorizando sus ideas, porque dicen que estoy tomando notas mentalmente para luego escribir sobre ellas; vamos, estar callada para luego seguir hablando de la manera que sea.
El caso que aunque me amonesten, no siento el verbo arrepentirme y sigo por mi senda de palabras afortunadas, palabras huecas, palabras certeras o equivocadas, expresiones inoportunas, o lenguajes a veces demasiado cursilones. Escritos con corazón, escritos rabiosos… Yo qué sé, de todo como en botica.
Sin embargo sí me arrepiento que me quede muchas veces en la puerta de las palabras y no la traspase para convertirlas en hechos, en obras que son las que de verdad hablan de nosotros. Obras positivas, me refiero. Frutos y labores de esas palabras que muchas veces son sólo eso, palabras que se las lleva el viento.

¡Buen fin de semana, amigos!

1 comentario:

bixen dijo...

'Verbo volant scripta manent'