lunes, octubre 03, 2011

AQUEL MAGNOLIO...

Era una mañana plata y verdes oscurecidos hasta que el sol se coló entre las hojas del magnolio. Entonces recordé su sonrisa, sin duda forzada, pero era la expresión del eterno perdedor que pone cara a sus futuros sin esconderse, sin achicar sus energías.
Sus ojos de diablillo se encendieron y yo, en silencio, en la distancia, pude acariciar su rostro de chico noble que calla sus sentimientos aderezándoles con esa sonrisa suya tan luminosa y transparente; detrás de ella refugia los sinsabores, las decepciones, la soledad… y jamás sin un atisbo de queja.
En aquella mañana con la luz tamizada entre las hojas de un magnolio, abracé a aquel muchacho que se alejaba sin remedio de mí.
Di un mordisco a un delicioso bollo francés mientras mi tristeza se agazapaba tras la hoja de aquel magnolio y comenzaba a caminar de nuevo mi corazón marchito de ausencias.

4 comentarios:

la-de-marbella dijo...

Aspiro el olor de Magnolias con deleite, me recuerda el aroma de la niñez perdida.

bixen dijo...

Los magnolios son ideales para avenidas urbanas, pues dejan poco y fácil para barrer. Sus flores siempre me han recordado a los nenúfares.

Unknown dijo...

Ummm se huele... paz... en el corazón..

besos

América dijo...

Querida amiga.

Muy bello texto,evocador y con ese aire de melancolía que la imagen trasmite.Ausencias irreparables.

Un fuerte abrazo guapa.