viernes, julio 09, 2010

OS VOY A CONTAR UN CUENTO...

Érase una vez una piara de cerdos. Estaban todos muy gorditos pues recibían abundante alimento y de primera calidad. Los granjeros miraban con orgullo a sus animales, soñaban qué jamones, chorizos, morcillas…, sacarían de sus animalitos.
Sin embargo, había otros granjeros que observaban con desasosiego a aquellos cerditos pues cuánto más engordaban ellos, más adelgazaban sus granjeros hasta que un día la piara se lanzó hambrienta encima de quien les había alimentado, dado su ser. Después de la gran comilona, aún vieron que les quedaba un enorme pastel y decidieron repartirlo en porciones.
Los otros granjeros que habían visto la jugada de los lindos cerditos pensaron en defender el pastel que, por cierto, dicho manjar estaba ganando en un concurso al mejor pastel del mundo. Granjeros y cerditos, todo hay que decirlo estaban orgullosos, eufóricos aunque algunos cerdos de la piara no querían que ganara el pastel y menos que se exhibiera una enseña común; hasta ahí podíamos llegar. Que no. Cada cerdito tenía su bandera y se miraban con recelo a ver qué hacía el contrario.
Los granjeros que habían terminado odiando a la piara rebuscaron en los pliegues de su cerebro la esperanza que aún les queda y decidieron no rendirse y trabajar duro para exterminar a aquellos cerdos.
No puedo aún acabar el cuento y decir colorín colorado, pero esta noche he tenido una visión: un pulpo llamado Paul se había comido a todos los cerditos y, antes de morir atragantado por tanto cerdo y veneno, aún tuvo tiempo de vaticinar que el pastel, por fin, sería el campeón del mundo.

2 comentarios:

TORO SALVAJE dijo...

Lo del pulpo ha sido la prueba definitiva del nivel del país.

Besos.

Anónimo dijo...

Así es nuestra piel de toro. En cada familia siempre hay una variedad de hijos. Unos son modélicos para los padres; otros, siguen caminos al margen de lo planificado y parecen los cucos del nido. En la escuela vemos cada curso (y en cada clase) de todo. Estamos acostumbrados a la diversidad. Tenemos síndromes de Dowm, ACNEES, emigrantes cultos, emigrantes desarrapados, españolitos de buenas familias, españolitos marginales, alumnos medios, alumnos rebeldes sin causa, etc, etc.

Ninguna madre, por muy mal que se lleven los hermanos entre sí, dejará de quererlos a todos: tanto al modélico que se ajusta a lo que ella ha soñado, como al locuelo que no parece hijo de sus genes.

Es nuestro trabajo y nuestro esfuerzo mirar el mundo con ojos amplios. A pesar de lo que chirrían las aristas al montar el puzzle, el corazón integrador debe mandar en nuestro ego. Juntos presentamos esa singularidad que nos diferencia de otras clases, de otros colegios, de otras familias, de otros países. Los colectivos formados por partes clónicas, a parte de que no existen, serían de lo más aburrido y patético. Los conflictos serían de otra índole inimaginable desde nuestro presente.

Por eso me quedo con lo nuestro.

Rubia, mañana voy con Uruguay. Ya sabes lo mío con Alemania.

Y pasado mañana, voy con quien tú vayas. Te espero con el Havanna con limón. Sabes que te soy fiel.

Besos vermouth.