De repente, se quitó los cascos y se puso a marcar su móvil “Castor, soy Ramón. Oye, cojonuda. Stacey Kent, menuda voz...”
Me quedé pensando y esa misma tarde busqué en Google quién era la tal Stacey; después, me puse a escuchar su música y a pasármela a mi Ipod. Yo también estaba fascinada de aquella voz tan sensual.
Desde entonces, mi bus se ha convertido en un campo minado de jazz y cuando veo a Ramón cada mañana, a pesar de su suciedad sin perdón ni justificación, le doy los buenos días con indulgencia.
7 comentarios:
Lo uno por lo otro.
Ese autobús tiene ritmo.
Besos.
No soporto la falta de higiene en el mundo de hoy por que con muy poco se puede solucionar y mas si el tio tiene un Ipod que no es barato pero tambien reconozco que no se debe perder la oportunidad de conocer a alguien por esos " detallitos"
Por cierto cuando vas a escribir"Cronicas de mi autobus"...
Es que el jazz es mucho jazz.
Mira, quién sabe... lo mismo, un día, aburridica que te encuentres, ya tenéis tema de conversación.
Besicos.
Ya me diras que musica lleva el proximo lunes, que está muy cerca. Solo saltar por encima del fin de semana.
Besos
Mª Angeles, estos relatos de vida tuyos me encantan, empiezo a ir hacia atrás hasta que llego al último día que entré.
Es como recorrer un pequeño espacio de la vida que rodea a cualquiera de nosotros.
Un abrazo
Angeles: Te confio que eres tu quien me presentaste a Sade, y ahora a Stacey Kent.
Abrazotes
Tengo que escucharla!!! Seguro que suena fenomenal.
Besosss
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