sábado, febrero 27, 2010

AYER Y HOY

Ayer...
Es tan difícil desprenderse de uno mismo, perder esa capa fina o gruesa de egoísmo y rencores, translúcida a las sensaciones, que a veces me descubro arrancándome esa piel que me impide salir al encuentro de los otros que llaman a mi cancela.
Pero no lo logro; froto y froto como si mi alma fuera la lámpara de Aladino, sin embargo no emerge el duende bondadoso.
Sigo hacinada bajo esas capa rolliza de hollín que ciega mis sentimientos de bondad y esa humilde aprensión que se tiene ante el hombre caído, desvalido de la mano de un Dios, expuesto a vientos y temporales.
Mis bajos instintos, depredadores de tu otro yo manso y generoso, me envuelven en nubes opacas, y sólo soy capaz de descubrir mi mirada desnuda de sentimientos, oliendo la ausencia de principios y una vergüenza muda apretando mis nudillos.
Dicen que no hay más ciego que el que no quiere ver, y que el valor es de aquellos que son capaces de mirarse desnudos ante el sol de la vida que quema, pero que he descubierto que no abrasa.
Cada amanecer, cuando despliego mi abanico, presiento que las posibilidades son infinitas y, aunque el ayer no olvida, el hoy te presta una nueva oportunidad para barrer la suciedad del alma y limpiar los cristales de tu corazón.

Hoy...
La tarde da sus últimos suspiros arrebujada en una luz dulce de finales de febrero. No hace frío, no llueve y ahí está ella esperándome al doblar una esquina a que le preste un poco de aliento para respirar, pero según me aproximo siento que me arrugo como una manzana y hago mías esas soledades que marchitan las verdades, el vacío como herida que traspasa la esperanza y me quedo tan muda que las palabras se ahogan en un pozo.
Sólo tengo ganas de fundirme en un abrazo y que sus manos arranquen de mis entrañas alguna sonrisa para regalársela a ella.
Nunca pensé que el dolor de otro fuera tan mío y que mi vida se desdoblara para sentir lo que siente otra persona.
… Pero hoy cuando ha amanecido el día envuelto en un aguacero, me he dado cuenta de que existe la comunión de almas, la transmisión de sensaciones de un ser humano a otro.
La lluvia se agolpa en la ventana como lágrimas rotas resbalando en el tobogán de la vida y yo, allí, parada, contemplando sin saber cómo volcar las pequeñas cosas que iluminan a nuestros pasos tartamudos.

9 comentarios:

La Dama Zahorí dijo...

ESTREMECEDOR. El bello reflejo de un alma bella.

Me encantó tu texto. Un saludo.

Jesús Arroyo dijo...

Por favor, llamamiento a las revistas culturales para que publiquen esto.
Besos, Cantalapiedra.

TORO SALVAJE dijo...

Si que existe esa transmisión.
Duele el dolor de los que quieres.
Casi más que el propio.

Besos.

Anónimo dijo...

A veces me parece que sí, que vemos al otro sufriendo a nuestro lado, que nos volvemos hacia él o ella, que iniciamos un gesto solidario.

Pero, en general, sólo veo gente llena de miedo, temiendo perder sus pequeñas miserias (de todo tipo), tratando de mirar hacia otra parte, anestesiándose, engañándose...

En general, digo.

(Cuidadín con el huracán)

Besos.

Antonio dijo...

Mª Ángeles, SUBLIME... has arrancado del interior, de nuestro interior, ese sentimiento vergonzoso y vergonzante del odio, los rencores y los prejuicios del pasado, para lavar el alma. El egoísmo no sepuede erradicar porque de él depende la propia subsistencia y la conservación y evolución de la especie, pero sí se ha de gestionar racionalmente.
Repito, SUBLIME, y paso a introyectarlo.
Un beso

El Drac dijo...

Bonita entrada, desarrollando y dándo un énfasis al segundo mandamiento, ama a tu prójimo como a ti mismo. Un abrazo

MarianGardi dijo...

Angeles, bellisimo como solo tu sabes hacerlo.
Seguimos siendo pequeños y necesitamos mucho Amor y Compasion a pesar de nuestros nubarrones y tormentas, o pesares o dolores o llantos o duelos, necesitamos ternura y comprensión.
Necesitamos sentirnos amados.
Cariños y fuerte abrazo

aapayés dijo...

La vida los sentires, buscar o hacer ese gesto solidario es importante.


Un abrazo
Saludos fraternos..

Que disfrutes el fin de semana...

Juan Antonio dijo...

Al fin y al cabo somos tan pequeños y tan fragiles que un texto como este asusta.Maravilloso en el fondo y en la forma.Enhorabuena