martes, agosto 04, 2009

AMANECE EN PARÍS...

Enmudece la noche mientras el silencio da sus últimas campanadas antes de dormir a la luna… Es curiosa la sensación disparatada que te produce estar flotando sin nada más que el infinito que crece lentamente con su haz rojizo. Acunas pensamientos, los muerdes hasta exprimir la esencia escondida. De pronto, tu ojo observador se agudiza, crees estar sobrevolando la ciudad más luminosa del mundo y te conviertes en Peter Pan…

Sí, me sentí Peter Pan volando sobre los tejados de París en un amanecer de agua tibia.
Transgredí las nubes de algodón y rocé con mis yemas la cúspide esbelta de hierro fundido. Femenina y sensual, miraba al Sena en la aurora parisina… En sus aguas vi el reflejo de tu ausencia y me puse a disparar la imaginación en planos cortos y concisos. Te soñé en La Biblioteca Nacional rodeada de tu afasia tan personal, dibujando con tus manos vacíos por expresar. Luces cenizas acompañaban al pensamiento aglutinando, cuan esponja, sensaciones entre muros de papel añejo. Te sentí etérea, tan profunda en aquel océano de aromas rancios, que me embelesé con la sombra de mi nostalgia.

Sobrevolé la Pirámide de Cristal y Mona Lisa me invitó en el Café de la Paix antes de que Campanilla me posara sobre la cúpula dorada de Los Inválidos; descansé unos instantes para deleitarme con aquello que mis sentidos me regalaban… La ciudad despertaba reinventándose a sí misma, cátedra del arte, mestizaje urbano y bohemia en su asfalto.

Una gárgola de Notre Dame me capturó en sus brazos y me murmuró que en París los tejados tienen ojos para mirar al cielo y ver la luz mientras los gatos maúllan “La vie rose” sobre sus tejas en Pigalle.

En aquel espacio de chispeantes gotas de lluvia bañando mi percepción, revoloteaban las hojas de los árboles en el boulevard Saint-Germain-des-Prés; era otoño en París y en la place du Tertre pintaban el amor en claroscuros ocres y bermellones; Montmartre bendecía la conjunción entre Campanilla y Peter Pan.

Sí, hoy sé que volé sobre los tejados de París y la voz de Edith Piaf me susurró “une chanson de l'amour” mientras el avión aterrizaba.

7 comentarios:

aapayés dijo...

El viaje eterno y necesario a París.. Hermoso

Saludos fraternos
Un abrazo

TORO SALVAJE dijo...

Mira que París es bonito, pero jamás lo ha estado tanto como en esa foto.

Besos.

Nómada planetario dijo...

Una gira muy intensa por la capital de la luz. Disfruta del viaje.
Enchanté, mademoiselle.

Buenos dias con Poesía dijo...

Hace unos años estuve en Paris por estas fechas con la mayor. Ahora estamos pensando volver para llevar a Eurodisney a la chica que se aprendió lo que era la torre eiffel y llevamos 3 meses escuchando la canción de la union lobo hombre en Paris. Otro tipo de romanticismo.

Anónimo dijo...

Qué recuerdos me has traído con ese paseo... En realidad, te leía y no te leía... Tuve que regresar a cada párrafo, porque se me iba la memoria a otro tiempo tras esa música...

Por un momento pensé que eras la Maga de Cortázar.

Un beso por los tejados.
Codorníu

MarianGardi dijo...

Si que te inspiro la Mariposa sì!!
Que guapa y elegante estas en la foto.
Paris que bella ciudad!!
Un beso gordo

MRB dijo...

Hermosa y poética descripción. En París, el alma de poeta nos toca aún más.

Un beso.