miércoles, julio 29, 2009

LAS SOMBRILLAS JAPONESAS DE PILAR

Anoche me decía mi amiga Pilar que a la gente, a la vida, a las cosas, hay que mirarlas de cintura para arriba porque no hay nada ni redondo ni perfecto.
... Y esta mañana con la filosofía cartesiana de Pilar prendida en mi solapa he salido al mundo, a ver cómo andaba de cintura.
... Todos los días paso por una casa cuyos huesos cualquier día se desploman sobre nosotros. Es un edificio de apenas tres planchas, estrecho, mugriento, desconchado. Las persianas, además del polvo acumulado y las huellas de las palomas, están medio arrancadas. En la puerta de entrada siempre hay alguna carta o publicidad metida a duras penas entre la porquería que se arremolina en el suelo.
Pues bien, así es sin poesía, desnuda de edulcorantes que puedan engañar a la vista. Pero los ojos de mi amiga me han guiado a que subiera por la columna vertebral de esa morada aparentemente abandonada por los hados... Curioso. En la tercera planta, de un ventanuco asomaban tres coquetas sombrillas japonesas; el sol había comido su color y, sin embargo, al mirar en su conjunto el edificio descascarillado con ese toque de savia decadente, pero latiendo la vida a borbotones hizo de las ruinas una belleza plástica maravillosa.
Me he subido al autobús como cada día pensando en la risa de mi amiga que es contagiosa, en los ojos tan inteligentes que pone a estos mundos de Dios.

7 comentarios:

carlos esteve dijo...

Es veradad, cada uno de los que nos rodean tienen algo bueno, nuestro trabajo es recordarles que sería bueno que cambiaseneso, pero que potenciasen las sombrillas japonesas...por lo menos con nuestros amigos.

Anónimo dijo...

Qué sabia es tu amiga... yo creo que los contrastes están ahí para realzar la existencia de su parte complementaria. Como la montaña y el valle, la noche y el día, etc.

Recuerdo un cuento oriental de un maestro y su discípulo al borde de una charca, al pie de un árbol. El maestro le pregunta:
-¿Qué ves?
-Las ramas de este árbol, el cielo azul entre ellas, nubes blancas que viajan...
-¿Qué más?
-Nada más, maestro.
-Humm... Fíjate bien. ¿No ves en el fondo durmiente una bota con la suela desdentada, una lata de conservas abierta, y otros objetos irreconocibles cubiertos por el óxido y el verdín mohoso del agua y el tiempo?

(Eso le dijo)

Un beso.

TORO SALVAJE dijo...

Tres toques de magia.
Eso es saber mirar.

Besos.

Emilio dijo...

Todo tiene su parte de belleza. Quien sabe encontrarla por escondida que esté será un sabio.

Saludos.

mapipi dijo...

afortunada tu amiga porque sepas interpretar de una manera tan bella lo que seguramente ella ni se imaginaba.gracias por tus palabras

Anónimo dijo...

Es un don ese de encontrar la belleza hasta donde está más oculta.
Por cierto ¡la canción ...especial!

Nómada planetario dijo...

Hay muchos edificios antiguos que tienen su toque de vida, por mucho que sus moradores los hayan abandonado hace tiempo.
Saludos de cintura para arriba.