sábado, enero 31, 2009

UNA CHICA DE PROVINCIAS

El próximo veintisiete de abril harán veinticuatro años viviendo en esta gran ciudad. Cosmopolita, añeja, servicial, alegre, anónima y, sin embargo, me aferro a mis raíces; sigo siendo una chica de provincias que añora su tierra y que, cada vez que descienden sus pies en el andén de la estación del Norte, siente que vuelve a casa.
Hay quien piensa que después de vivir en ciudades como Madrid, no pueden ya volver a una ciudad chiquita; sus alas se estrellan contra sus muros. Puede ser.
Yo necesito caminar por las calles por las que pasea mi gente, subirme a las aceras por las que muchas veces se subieron mis antepasados.
Necesito otear el rostro seco del castellano con palabra corta y raíz profunda.
Perderme entre las nieblas que dejan los huesos cojos y olfatear el aroma de la leña en invierno y del trigo en primavera.
Preciso de la foto del hombre con la boina calada y la piel arada.
Me urge mi paso por la calle de Santiago y trazar una palabra con alguien conocido “¿Cómo te va? ¡Cuánto tiempo!...” Así siento que aún existen mis rizomas bajo la tierra en la que crecí.
Es cierto que la ciudad chiquita a veces sus posibilidades quedan más mermadas que su nimio tamaño y que el político es de memoria quebradiza, pero también es cierto que su calidad de vida es mucho más grande que cualquier ciudad cosmopolita que te pasas el día subido en un transporte público, por ejemplo, y tus querencias apenas las disfrutas porque el tiempo en la gran ciudad merma a cada segundo.
La calma es otro pasaje bello de una ciudad de provincias; su ritmo es otro. Más cadencioso, íntimo y personal.
Quizá, tal vez, por eso siga siendo una muchacha de provincias que un día su cuerpo migró a Madrid, pero no su corazón.

13 comentarios:

aapayés dijo...

Hermoso escrito de tu alma se siente la belleza y ternura de tu presencia...

un gustazo leerte siempre..

saludos fraterno...

Anónimo dijo...

La vida en provincias es de otra manera... pero en Madrid también existen las mini-provincias donde se vive de una forma parecida a la que tú cuentas.Me gusta esa idea de sentirse seguro en lo conocido y entre los conocidos.Un abrazo

gaia56 dijo...

Me gustó tu descripción. Comparto el sentimiento de disfrutar la ciudad en la que vivo aunque las escapadas para recrearme en otrss ciudades, descubrir otras formas de vivir y de organizar la vida me atrapa constantemente.
un abrazo

Anónimo dijo...

Estoy muy de acuerdo. Hay en el texto de hoy, pálpitos que siento como míos. También yo tengo mi corazón en otra parte. A ver si algún día se pueden reunir todas las piezas.

Un beso.
Codorníu

goyo dijo...

hola Rubia ya que no me visitas, yo si lo hago para leerte...
Muy agronomico lo tuyo, lo de rizomas, leña, trigo en primavera, raiz profunda, y tienes mucha razon es así.
Paisajes, aromas, personas, crepusculos, recuerdos, sonidos, colores; todo es distinto.
Vamos haz un viaje a tu patria chica, y deja las ganas de lado.
Un abrazo

Terly (Juan José Romero Montesino-Espartero) dijo...

Creo que todos los que hemos abandonado nuestras provincianas ciudades para incorporarnos a la vorágine de la gran ciudad, principalmente por motivos laborales, tendemos con el tiempo a comportarnos como los toros a medida que transcurre su lídia, a buscar el chiquero, lugar de donde salieron, y cuanto más largo es el recorrido de nuestras vidas, se va incrementando el deseo de regresar a lo que fue nuestra casa.
Un beso, Mª Ángeles.

MarianGardi dijo...

Yo tambien soy de provincias y a mucha honra, no cambio un pueblo por una capital extresada como Paris o Madrid, que no, que no, a mi que me den pan amasado en el pueblo y madalenas caseras mmm
Que rico los pueblos y que serena paz se respira en sus calles
Besines

Pilar Moreno Wallace dijo...

Bueno, te comprende perfectamente aunque sea desde otro plano: siempre me consideraré de mi tierra por muchos años que lleve por estas tan lejos.

Jesús Arroyo dijo...

Yo, que nací en la capi, necesito, como dices, pisar aquellos senderos con huellas de mis abuelos... En Madrid, cada segundo vivido resta tiempos y viaja a muertes grises. Allí, cada segundo que pasa, es un paseo de vida que da más vida. Será porque hay aromas de trigo y leña.
Besos provincianos.

Buenos dias con Poesía dijo...

Esa exprexión de provincias es algo peyorativo, que sueltan los madrileños que no son capaces de ser sinceros con ellos mismos. Me encanta Madrid donde viví el año 1998, pero con una familia me sería difícil disfrutar de las ventajas de una ciudad pequeñita como en la que vivo.

Micaela dijo...

Yo vivo muy cerca de Barcelona, y me encanta el ritmo de la ciudad, su intensidad, sus luces, sus prisas; pero es cierto que me encanta imbuirme del campo, de la paz, del mar...Uno de mis lugares favoritos para perderme es Sitges, en invierno, cuando no hay turistas. Besos

Maria Coca dijo...

Pienso como tú, que la vida en una ciudad pequeña resulta más tranquila que en una gran urbe. Y desde luego nunca deberías cambiar tu forma de ver ni sentir tu tierra de origen, porque siempre será especial para tí, aunque ya no residas en ella.

Besoss

Luis y Mª Jesús dijo...

Yo viví desde los 7 años a los 23 en Madrid, allí -en la Universidad- conocí a Luis, que también era de León. Siempre tuvimos claro que éramos unos pueblerinos leoneses y volvimos a la tierra probablemente nos unió, porque a veces pienso que ser los dos de León es lo único que teníamos en común entonces.
Solo echo de menos esa independencia que da Madrid. Nadie se preocupa de la vida de nadie, para lo bueno y para lo malo. La gran herencia que me ha dejado Madrid es que me importa muy poco lo que piensen de mi, al menos mucho menos de lo que se estila por aquí.
Un beso
María Jesús