MI DIOS ES TUYO

A punto de aparcar al mundo por unas horas de sueño, leí unas letras inquietantes que despejaron mi pobre intelecto para comerme un poco más el tarro. Más o menos decían así”El almacén de la religión católica está repleto de supersticiones”… A continuación, llamé inmediatamente a mi Dios a capítulo. Discuto con él mucho, incluso me enfado, Él también conmigo, pero procuro cada día hablar un rato con Él. Es necesario el diálogo y anoche le pregunté como tantas otras veces, ¿existes o eres fruto de mi egoísmo atemorizado? ¿Eres único? A ambas preguntas me contestó; estaba muy parlanchín.
A lo primero me contestó que vive, que es real, pero como todo, es cuestión de fe donde la razón, a veces, no es la mejor consejera.
A la segunda, de sobra sabía lo que me iba a contestar: es único. Lo que pasa que depende en la zona del globo terráqueo que habite, está vestido de una forma…, pero todos los caminos te llevan a Él.
No sé si mi vecino de al lado cree o no cree, o prefiere creer más en los ovnis que en Dios todopoderoso. Ahora que lo pienso, me gustaría preguntárselo para poder crecer. No es que vaya a dejar de ser católica porque sus motivos me convenzan, pero sí ampliar mi cosmos, otras formas de ver los sentimientos psicomotrices del espíritu, de esa fe irracional a la que nos sujetamos como salvavidas insustituible,
… Recuerdo una anécdota deliciosa de uno de mis hijos: el día antes de tomar su primera comunión, preguntó a su abuela Teresa “Abu, si mañana tomo al niño Jesús y después veo que me he equivocado, ¿puedo cambiar por Buda, Alá u otro que me parezca bien?”… Os podéis imaginar la cara de horror de mi madre que se me quedó muda. Yo estaba preparando su ropa para vestirle y le contesté “Por supuesto que sí. Rectificar es de sabios. Yo ahora te enseño mi Dios, te lo doy. Mañana encontrarás el tuyo y, quizá, me lo tengas que prestar”