miércoles, julio 16, 2008

MENUDENCIAS DE VERANO: Algo de que hablar

Estoy convencida que el verano está hecho para conversar, aglutinar las palabras que en el resto del año han permanecido huidas, se las ha tragado el tiempo, las prisas, la desidia. Pero llega el estío y con él una cierta calma chicha, sobre todo a la caída de la tarde cuando el sol pajizo se convierte en alondra carmesí en el horizonte. Entonces nuestras lenguas bailan, musitan sentimientos, nimiedades… En fin, que por fin nos comunicamos.
Me gusta la gente que siempre tiene algo que contar. Ya sé que me diréis algunos que hay gente que está mejor muda, o como mi santo (esposo) que me dice muy cariñoso “Churri, si no puedes soportar el silencio, cállate”
Sin embargo, el poder de la palabra fascina a propios y extraños: unos son demagogos natos, normalmente los políticos. Luego están “los comecocos” como mi jefe que se las apañan para que termines diciendo sí aunque tú pienses ni si ni no, sino todo lo contrario. Mas tarde, llegan los denominados cotorros que hablan y hablan y una especie de borrachera se cierne entorno a ti. Y por último, están los que da gloria bendita escuchar, da igual la hora del día. Claro, estos últimos escasean.
Y en un apartado etimológico distinto de cualquier especie estoy yo y mis circunstancias.
¿Hablo mucho, poco, nada? No es eso, es que toda yo habla, sobre toda la expresión de mi cara, ésta no calla ni dormida. Claro, luego me acompaña la voz que suele estar (gracias a dios) en perfecta armonía con la cara. Pero desde este lunes me ha surgido un problemilla: el local nuevo donde nos han llevado es muuuuuuuuuuuuuuuy grande y a mí me han apartado del resto de la humanidad. Me han colocado en un lugar muy mono con una mesa enorme, pero estoy solita. Entonces me dedico a chillar para que se me oiga “Fulaaaaaaaaaaaano, Menga aaaaaano”, y los susodichos responden “¿Quéeeeee quieres Angelines?” Patético, así no hay forma de intercambiar opiniones.
Claro, los más listillos ya me han dicho que pida al banco un megáfono, pero yo insisto que es muy poco íntimo, ¿verdad?
En fin, mientras mi soledad me baña, laboralmente hablando, no siento el verano y me deprimo. Ayer paso por mi lado la señora de la limpieza y qué carita me vería que se sentó en la sillita de visitas que me han puesto y voy yo y la suelto “Eleonora has limpiado fatal”… Con mis palabras cariñosas, ¿quién va a ir a conversar conmigo?

3 comentarios:

Anónimo dijo...

i'm also into those things. care to give some advice?

Carlota dijo...

Es que tú también... con la compañía y charla que dan las señoras de la limpieza... ainsss!! Un beso!

Buenos dias con Poesía dijo...

Siempre te queda el blog para hablar por escrito.