Sí, de mujer a mujer, esa que ayer parió, y otro día tuvo que
enterrar a un hijo y a un marido. De mujer a mujer, esa que ayer se divorció y
no sabe qué camino tomar. De mujer a mujer, esa que oculta moratones y sigue
dando la vida por él, ese hombre al que adora y la domina, o esa mujer que
aguanta carros y carretas y ahí está, o esa mujer que vende su cuerpo porque no
halló otra salida. De mujer a mujer, sí, esa que yace desconsolada porque no
hubo varón en su vida o, prefirió la soledad de sus horas. Sí, a ti mujer...
Preferiría
que este monólogo de mujer a mujer lo escribiera la loca Lola que duerme en mis
entrañas, la que provoca un montón de chascarrillos en medio minuto y se larga
con faldas y a lo loco como si no hubiera roto un plato. Sin embargo, soy yo
quien viene a hablar de mujer a mujer, de esa mujer mágica, fuerte, débil,
astuta, resolutiva, atolondrada y siempre una roca.
Como
mis ojos son míos y como míos que son, ven lo que les da la gana porque la edad
es un grado y cuando se llega a una edad, que solo la marca tu intima y
personal percepción, dejas las composturas, el qué dirán para otros, y tú te
desnudas y comienzas a ser tú misma, eligiendo, deseando, rechazando, aquello
que tu alma te pide en cada momento.
Sí,
sigues viviendo un poco para los demás, más si eres generosa y por tus venas
fluye el caudal de dar y compartir. Sin embargo, comienzas a quererte, a
atreverte a mirar a ese espejo que apunta a tus canas, que desdibuja tu juventud,
que descose recuerdos para asegurar otros. Espejo que perfila con descaro a tus
ojos debilitados de ilusiones, marchitos de deseos carnales.
Espejo que retrata tu cuerpo encorvado por tantas láminas de acero, parches apuntalados para no venirte abajo por tantos desfalcos y batallas que te entregó la vida y tú tuviste que hacer frente.
Tus velos, tus duelos, ahí están, pero de ti se ha marchado la prisa, ese temor a perder el tren, y estás sola contigo, mirándote de frente, fregando y maldiciendo tus pérfidos pensamientos y obsesiones, desvistiéndote y volviendo a dibujar un deseo, a coser una ilusión, a bruñir tus ojos de arco iris, a sofocar tus incendios con abrazos y otros menesteres, pues sabes que tu piel sigue sintiendo una caricia y que tirita si le falta.
Espejo que retrata tu cuerpo encorvado por tantas láminas de acero, parches apuntalados para no venirte abajo por tantos desfalcos y batallas que te entregó la vida y tú tuviste que hacer frente.
Tus velos, tus duelos, ahí están, pero de ti se ha marchado la prisa, ese temor a perder el tren, y estás sola contigo, mirándote de frente, fregando y maldiciendo tus pérfidos pensamientos y obsesiones, desvistiéndote y volviendo a dibujar un deseo, a coser una ilusión, a bruñir tus ojos de arco iris, a sofocar tus incendios con abrazos y otros menesteres, pues sabes que tu piel sigue sintiendo una caricia y que tirita si le falta.
“Es tu
hora” Te dices mientras rastreas a esa niña que siempre durmió dentro de ti a
pesar de que su hora pasó. La sacas, la sientas a tu lado, la cantas una nana y
la cuentas… ¡Cuánto te pesa la soledad! Ambas os juráis lealtad, os agarráis del
corazón y volvéis a salir al mundo, ese mundo a veces tan inhóspito y cruel
pero otras, tal vital, tan dinámico y lleno de luz por conocer que, de mujer a
mujer, no podemos resistir nuestras ansias de presentar batalla hasta que esa
parca, siempre al acecho, venga a por nosotras.
Yo me
miro en tu espejo y me zurzo, me coso, me hilvano, y me remiendo si hace falta
a tu corazón repleto de cabeza porque para mí eres esa voz de mi conciencia que
de vez en cuando me susurra palabras honestas, besando mis torpezas mientras te
empecinas en enderezar mis locuras.
Hoy,
un día cualquiera del calendario, la lluvia llueve melodías dulces mientras de
mujer a mujer, con mis torpes letras sin más que decir que las mujeres, sí, tú,
la otra, la de más allá, llenamos las vidas de otros, rodeamos las horas de
risas y quejidos, de sueños y llantos, y juntas escribimos una esperanza, una
luz que dinamite la oscuridad en la que este perro mundo, a veces, no siempre,
trata de arrinconarnos.
Sí, me gustas mujer. Mujer de las mil caras, pero siempre mujer.
Sí, me gustas mujer. Mujer de las mil caras, pero siempre mujer.
4 comentarios:
Me uno a tu homenaje.
Mujer de las mil caras, de las mil sonrisas, de las mil lagrimas de los mil trajes que cambiar según lo que la cabeza, más que el corazón, le diga que debe hacerse.
Un bonito homenaje a tantas y tantas mujeres extraordinarias.
Besos
Maravilloso homenaje.
Besos y feliz domingo.
De mujer a mujer: hoy me siento importante. Viene la huelga de mujeres el día 8 y me he apuntado.
Besos de Reina
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