Una mañana del recién estrenado otoño llamaron a la
puerta. Yo en aquel entonces era un muñeco roto por el estrés, más que vivir,
vegetaba. Miré sin ver cómo Nacho abría, le entregaban algo y lo depositaba en
el suelo. Luego se sentó en el pavimento de la cocina y yo le imité… Metió la
mano en la jaula pero hasta casi una hora después no apareció una bola gorda,
canija y tambaleándose como los borrachos, sin embargo, de pronto, levantó la
cabeza y me miró…
Llegaste cuando yo no estaba y me hiciste regresar.
Parecía mentira, eras una réplica de mí; nos
asustaba el ruido, la gente, los coches y nuestros ojos se disparaban en un
miedo sordo que nos bloqueaba. Por lo visto el cometido de tu presencia era que
yo te tenía que cuidar y fue todo lo contrario.
Llegaste cuando yo no estaba y me hiciste regresar.
Volvimos juntos y tú fuiste mi maestro de vida. Me
enseñaste a caminar, me hablaste del mundo con tu mirada triste, me instruiste
en confiar, en mirar al sol cada mañana y me adiestraste en sonreír aunque el
miedo siguiera ahí cortándonos el paso.
Y de repente, una mañana, te sentaste a mis pies y
yo comencé a dibujar letras en las nubes.
Juntos aprendimos lo que era dar sin esperar y de
noche me hablaste de amor, de ese amor incondicional que solo tú sabías dar mientras
velabas mis sueños.
Tu vida fue de tambores y trompetas, de risas y
cómicos, de príncipes sin valentía porque lo tuyo era la defensa alternativa;
mucho ruido y luego a esconderte tras mis piernas. Eras tan tonto que de tonto
se instalaron de nuevo las sensaciones en mi corazón y la risa en mi rostro.
Llegaste cuando yo no estaba y me hiciste regresar
para regalarme vida.
Y ahora, y ahora te has ido, desplegaste el vuelo
en mis brazos mirándome, mirándome como la primera vez hasta que tus párpados
se han cerrado para siempre.
Solo tú y nadie más que tú me trajo de regreso a
casa… ¡GRACIAS, MI PERRILLO!
3 comentarios:
“Cuanto más conozco a la gente, más quiero a mi perro” (Diógenes).
"Es necesario buscar la flor de la amistad sobre la tumba de un perro" (Ignacio Manuel Altamirano).
Ánimo.
Un abrazo.
Ufffff, qué pena por favor.
Yo quiero a mis gatos más que a muchas personas así que me imagino esa bolita que llegó cuando tú no estabas.
Besos.
Hasta que no hayas amado a un animal parte de tu alma estará dormida. Anatole France
Lo siento Mª Ángeles, son los más fieles amigos del hombre
No tengo perro, tenemos gatos y son más independientes. Sé cuanto lo sientes porque he visto llorar a amigos cuando su perro ha muerto.
Ahora te quedan los buenos momentos te ha dejado.
Besos.
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