Ayer llovió con la sutileza del olvido y el silencio de un
recuerdo.
Los colores se avivaron y la tierra tragó el agua a borbotones.
Tanta sed contenida que hasta los árboles revoloteaban entre las
chispas del agua.
Hoy amaneció un sol tímido, entre la espadaña y las ramas
despeluchadas por la furia del viento.
Sus hojas despiertan con lágrimas de cristal y el rumor del agua
baila aún en la alcantarilla.
Ayer los pajarillos menudos piaban atemorizados, se escondían de
la lluvia. Hoy, cantan y beben el agua de la fuente, de esas hojas tan verdes
donde esconden su guarida.
Ayer la lluvia apaciguó la sed de mi alma, hoy el sol ilumina mi
mente.
Así es la naturaleza tan calcada al hombre, aunque más sabia que
él.
Ayer fue un día de lluvia con rescoldos de verano.
Hoy es un día de sol con cenizas de otoño.
4 comentarios:
Aquí, me han dicho, que ha llovido esta mañana con esa sutileza. Cinco minutos creo que ha durado el alarde meteorológico.
Bendita lluvia que limpia e ilumina después. Por aquí hace tiempo que no oimos ese rumor.
Besos.
Si hay algo que me gusta es salir a pasear después de la lluvia, cuando todo huele a nuevo.
Besos y me he imaginado a los pajarillos asustados que al día siguiente beben y juegan cantarines.
Hola, Mª Ángeles!
Mea ha gustado mucho de su gracioso poema, que tiene bellos versos, como los que transcribo:
"Ayer la lluvia apaciguó la sed de mi alma, hoy el sol ilumina mi mente."
Un beso.
Pedro
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