Ayer lloré. Sí, lloré, se me escaparon las
emociones y sentí. Sentí con mis poros abiertos, con mí ser contradictorio, con
mi yo menudo.
Al fin, por fin, éramos sin querer ser.
Éramos hijos de la tierra, del hombre vulnerable al que se le escapó un gesto.
Gestos, pequeños desahogos del alma, actos
sin palabras, sinfonía de amor sin verbos, obertura de amor sin promesas.
Gestos, nimios retazos de corazón templado.
Episodios mudos, minúsculos detalles confesando un amor, una admiración.
Éramos lo más parecido a una verdad sin
apariencias, apostados a la sombra de un revés para expresar un sentimiento.
La mueca en nuestros labios, la
expresión en las manos, los ojos bebiendo lluvias…
Sí, ayer lloré, lloré de emociones múltiples
mientras la noche me tragaba y el silencio me asía a su cintura; en mi garganta
morían los últimos desencantos.
Hoy un amanecer más se cose a mi solapa. Nada
es lo que parece, ni el azul es azul ni el gris es gris. Simplemente, es la
vida.
2 comentarios:
Llorar por las emociones que somos capaces de sentir es estar vivo.
Besos
Qué bonita y real reflexión!!!
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