La luz de la tarde cae lentamente. Se tamiza tras
los visillos; es suave, es blanquecina, es anaranjada, es vainilla. Un último
rayo se pega a mi ventana, le acaricio entre los dedos y estos parecen ser
alargados limoneros bajo el influjo de un destello burlón, apenas unos segundos
y huye a su guarida. ¿Quizá mañana vendrá? Me pregunto cuándo si el mañana
fuera el ahora.
La noche casi ya la intuyo. La habitación se ha
llenado de sombras, parecen fantasmas que vienen y van en un cadencioso vals.
Titubeo y salgo en un vuelo raso hasta el otro lado de la casa. Allí no se ha
despedido aún el día, la luz pajiza se posa dulcemente en los tejados; les dora
y las tejas se convierten en luminosos pedacitos de oro líquido o rubias
cubiertas atesorando vidas por descubrir.
Vuelvo, las sombras se han marchado y todo es
oscuridad. Voy a cerrar la ventana y un pedazo de cielo se cuela por ella. Un
par de estrellas y un cuarto creciente de luna me dan las buenas noches. Sonrío
y digo ¡Hasta mañana!
5 comentarios:
Sueños a la luz de la luna, así interpreto tu escrito Mª Ángeles. Me ha encantado. Un fuerte abrazo y buen fin de semana. @Pepe_Lasala.
Hago mío tu escrito, porque también yo despido cada tarde la
luz del sol, que va dejando su gama de tonos y sentires por la casa...Precioso y sentido, amiga.
Mi abrazo y feliz noche.
Me encanta esa luz anaranjada que nos va dejandola tarde para dar paso a la luna como "tajada de melón".
Que bonito lo cuentas MºÁngeles.
Volviendo a la rutina :))
Buen fin de semana.
Besos.
Me gusta la descripción del atardecer y la llegada de la noche que has escrito. Me imagino observando por la ventana esos últimos rayos de sol y la bella luna.
¡Enhorabuena!
Un cúmulo de maravillosas sensaciones me han conmovido leyéndote, querida amiga. Tus letras hablan, gritan, aman, sueñan...tienen vida propia que llega a lo más íntimo.
Besos.
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