Sé que ella preferiría que la escribiera su loca
Lola, la que provoca un montón de chascarrillos en medio minuto y se larga con
faldas y a lo loco como si no hubiera roto un plato. Sin embargo soy yo quien
viene a hablar de la mujer duende, de esa mujer mágica que una vez encontré en
estos caminos tortuosos como livianos que nos toca transitar hasta que la parca
nos llame a filas.
Quizá, convencida, que de Socorro ya se ha dicho
todo pues su vida, además de densa, es muy vivida y siempre compartida, pero
mis ojos son míos y como míos que son ven lo que les da la gana porque la edad
es un grado y cuando se llega a una edad que solo lo marca tu intima y personal
percepción, dejas las composturas, el qué dirán para otros, y tú te desnudas y
comienzas a ser tú misma, eligiendo, deseando, rechazando, aquello que tu alma
te pide en cada momento. Sí, sigues viviendo un poco para los demás, más si
eres generoso y por tus venas fluye el caudal de dar y compartir. Sin embargo comienzas
a quererte, a atreverte a mirar a ese espejo que apunta tus canas, que
desdibuja tu juventud, que descose recuerdos para asegurar otros. Espejo que
perfila con descaro tus ojos debilitados de ilusiones, marchitos de deseos
carnales. Retrata tu cuerpo encorvado por tantas láminas de acero, parches
apuntalados para no venirte abajo por tantos desfalcos y batallas que te
entregó la vida y tú tuviste que hacer frente. Tus velos, tus duelos, ahí están
pero de ti se ha marchado la prisa, ese temor a perder el tren, y estás sola contigo,
mirándote de frente, fregando y maldiciendo tus pérfidos pensamientos y
obsesiones, desvistiéndote y volviendo a dibujar un deseo, a coser una ilusión,
a bruñir tus ojos de arco iris, a sofocar tus incendios con abrazos y otros
menesteres, pues sabes que tu piel sigue sintiendo una caricia y que tirita si
le falta. “Es tu hora” Te dices mientras rastreas a esa niña que siempre durmió
dentro de ti a pesar de que su hora pasó. La sacas, la sientas a tu lado, la
cantas una nana y la cuentas…cuánto te pesa la soledad. Ambas os juráis
lealtad, os agarráis del corazón y volvéis a salir al mundo, ese mundo a veces
tan inhóspito y cruel pero otras tal vital, tan dinámico y lleno de luz por
conocer que, Doñita y Socorro no pueden resistir sus ansias de presentar
batalla hasta que esa parca, siempre al acecho, venga a por ellas.
Yo me miro en tu espejo y me zurzo, me coso, me
hilvano, y me remiendo si hace falta a tu corazón repleto de cabeza porque para
mí eres esa voz de mi conciencia que de vez en cuando me susurra palabras
honestas besando mis torpezas mientras te empecinas en enderezar mis locuras.
Hoy, un día cualquiera del calendario, la lluvia
llueve melodías dulces mientras te retrato con mis torpes letras sin más que
decir que una gran señora llena nuestras vidas, esos que rodeamos tus horas de
risas y quejidos, de sueños y llantos y juntos escribimos una esperanza.
Socorro Mármol Bris, nuestra gran dama de la escena literaria.
4 comentarios:
¡Jesús! Cuando empiezan a verte como una "gran dama" es que va llegando la hora de tener devotos en lugar de retozar con amantes. Y eso...¡Uf! Gracias, Ángeles, porque esta madrugada has escrito desde el corazón.
"Yo me miro en tu espejo y me zurzo, me coso, me hilvano, y me remiendo si hace falta a tu corazón repleto de cabeza porque para mí eres esa voz de mi conciencia que de vez en cuando me susurra palabras honestas besando mis torpezas mientras te empecinas en enderezar mis locuras."
Mi abrazo a las dos por esa amistad.
Es temprano hoy y desde mi cafe con leche de la mañana te leo me adentro en tus letras
me gusta lo que leo
No la conocía, pero tu descripción me ha invitado a visitar wikipedia. Se ve que es una gran mujer.
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