Cuántas veces hemos llorado sin hallar consuelo y, cuando
las lágrimas de nuestros ojos se agotaron, siguió la lluvia del alma calando cada
pasaje de nuestra tristeza ¡Cuántas veces!
Llorar no sana penas, pero reconforta. Es como dar rienda
suelta al nudo ahogado de un sentimiento asfixiado de tanto dolor.
A veces los sollozos son empáticos, se comparte con tu
compañero de camino esa sensación de dar
cauce a un sentimiento.
Llorar, llorar convulsionándonos de risa hasta que en
nuestros ojos aflora un aguacero alegre de estrellas en forma de agua pura.
Cuántas veces, de pronto, nos encontramos llorando sin
saber el porqué de esas lágrimas solitarias que corren silenciosas por nuestro
rostro ¡Cuántas veces!
Algunos dicen que llorar es mostrar debilidad. Otros
sostienen que es enseñar nuestra sensibilidad… No sé, a mi me sienta bien.
Cualquier faceta del llanto me alivia, y despeja cualquier nube que me impida
ver o sentir con claridad.
No nos deberíamos avergonzar de nuestro llanto. Es una de
las manifestaciones más honestas, sencillas e inocentes del ser humano.
1 comentario:
Lo terrible es cuando llora el alma y las lágrimas son incapaces de brotar. Ese es el dolor más agudo porque, como tu dices, las lagrimas alivian.
Besos
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