Cada amanecer, una vez
puesto un humeante café, me doy un paseo por las nubes. Camino con los ojos aún
dormidos hasta que se van despertando en cada esquina, en cada recta de esas
nubes virtuales. A veces mis ojos miopes se posan en cualquier recodo, noticias
absurdas que mi subconsciente me obliga a leer para no enturbiar mi ánimo que
se va desperezando de los vahos del sueño nocturno.
Aún estando despierta
pero dormida el paseo por las nubes me parece maravilloso, el irte incorporando
al mundo sabiendo qué ha pasado en esas horas que desconectaste tu batería
vital para recargar fuerzas.
Y este amanecer me he quedado
primero prendada de esa foto y cuando mi capacidad reflexiva se ha puesto en
funcionamiento me he acordado de mi compañera de letras que el otro día
preguntaba el porqué de la violencia en el futbol, el porqué es más de hombres
que de mujeres. Me he puesto a buscar en la biblioteca de Google y después de
mucho rebuscar me quedo con esta frase “¿Somos
una especie violenta? (Ube). ¿Lo somos? «Lo somos, sí. Somos una especie violenta por naturaleza. Por dos razones. Porque
somos agresivos y porque somos creativos. Sin imaginación no seríamos violentos
»David Bueno
La agresividad es una
emoción más que tenemos la raza humana, al igual que el amor, el miedo, el odio…
Reconozco que esta palabra no me gusta porque me lleva a pensar en violencia y
descarto de raíz esta palabra en mi vida porque pensar en ella, incluso observarla
desde la otra acera me da pánico, se me encojen las tripas, no entra en mi
sesera aptitudes y actitudes violentas en mi especie aunque debo reconocer que
mis ojos se quedan cosidos a esas imágenes, tal vez por incredulidad o porque
los resortes agresivos que llevamos dentro necesiten ciertos niveles de
agresividad para caminar por estos mundos. Sin ir más lejos yo he observado que
en momentos de estrés, de ser una persona pacífica, me vuelvo agresiva al
sentirme acorralada, tal vez por supervivencia.
Pero he leído que el
factor determinante entre hombres y mujeres para demostrar agresividad y en su
deriva, violencia, está en la cantidad de testosterona, siendo esta mucho mayor
en el hombre que en la mujer, de ahí que el 90% de la violencia en el mundo se
ejerza por parte del hombre.
Pero, ¿qué tiene que
ver el futbol en este tinglado de agresividad, testosteronas y violencia? Para
mí un misterio porque hay muchos más deportes y en ninguno de ellos se da la
violencia como en el futbol, lo que me lleva a pensar que la mano oscura del
hombre mucho tiene que ver en esos comportamientos violentos que ensucian este
deporte. La rivalidad creada entre equipos desde tiempos sin memoria, en ser un
deporte de masas, en que hay equipos de futbol que jalean a las masas más
violentas a defender sus colores y que salgan impunes de sus fechorías. Y el
aspecto educacional, importantísimo. Aquello que nos hayan inculcado, incluso
visto en casa, el aprendizaje de ciertos principios morales y éticos que cada
vez existen menos en nuestras sociedades llamadas progresistas. En seres cuyo
objetivo en la vida no existe, y por tanto solo se divierten haciendo daño,
desatando sus pasiones más ruines porque no hay control de sí mismos. Incluso
esa violencia que se llama doméstica, no hay que salir a la calle. Denuncias de
maltrato cada vez que termina un partido y tu equipo no sale ganador, entonces
tu pareja, mujer, sufre en su cuerpo el escarnio, la agresividad, derivando en
violencia de género.
Por eso hoy cuando he
visto esta foto de Piqué y Ramos me ha gustado tanto mirarla, observarla desde
el ángulo de la deportividad, de las buenas maneras, de esa forma de
comportamiento loable por parte del ser humano en el cual la competencia es
buena siempre que sepamos canalizar y dominar la agresividad que corre por
nuestras neuronas.
Los hombres y las
mujeres somos iguales pero distintos. Nos necesitamos unos a otros por esa
distinción de género en la que nos complementamos.
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