Diario de una novata XVI
25 de fe brezo, 2016
Vuelvo a escribir con un dedo y como telón de fondo el sonido del camión de la basura, en estas tierras son muy limpios. Por las calles no ves papeles ni colillas en el suelo. Las casas están extremadamente blancas, las calles empinadas y su empedrado repica en tus oídos como pasos lentos mientras las campanas de alguna iglesia tocan a misa, y los pájaros se despepitan en sus trinos notandose que la primavera está ahi. Por la serranía de Ronda el aire es puro, tan sano que al entrar en tus pulmones parece que barre las impurezas, además huele a madera y castañas. Viajar por estas tierras lejos de épocas turísticas es como bucear al interior del olvido, te impregnas de sensaciones por lo que el día se me antoja pequeño y disfruton repleto de sonrisas y conversaciones. Sin embargo cuando la luz se marcha, mientras paladeo callejuelas y casas blasonadas, rociadas de luz amarillenta, la angustia aterriza en mi ánimo y las horas nocturnas se dilatan de tan manera que parece que no tuvieran fin. Entonces planea Sevilla...Gymnopedies con las pilas cargadas de cosas por hacer, pendientes de decidir, de miedos e inseguridades y el estómago se llena de pollos y gallinas hasta convertirse en un gallinero con los consabidos remordimientos de estar donde no debes. Luego cuando la aurora llega, la calma se aclimata en mis tempestades nocturnas evaporandose mis miedos, dibujandose una tímida sonrisa que me viene a dar los buenos dias.
En Sevilla he observado una sana costumbre. Antes de entrar a trabajar, se toman su cafelito, normalmente servido en vaso, bien cargado y humeante. Después se acercan a la iglesia que haya más cerca, mayores y jóvenes, allí permanecen un par de minutos, y comienzan sus tareas. Si, hoy lo haré yo a ver qué se siente porque y esto lo he pensado muchas veces, una iglesia no es sólo para los católicos sino además un lugar de recogimiento del espíritu, creas o no, un lugar para la reflexión íntima y personal de una persona, de hecho creo que esto queda muy bien reflejado en Sevilla...Gymnopedies.
Qué malos son los miedos, el temor al fracaso, ese miedo a lo desconocido, esa incertidumbre que te achica el ánimo hasta volverte en un títere descabezado.
¡Mafaaaaaálda!
25 de fe brezo, 2016
Vuelvo a escribir con un dedo y como telón de fondo el sonido del camión de la basura, en estas tierras son muy limpios. Por las calles no ves papeles ni colillas en el suelo. Las casas están extremadamente blancas, las calles empinadas y su empedrado repica en tus oídos como pasos lentos mientras las campanas de alguna iglesia tocan a misa, y los pájaros se despepitan en sus trinos notandose que la primavera está ahi. Por la serranía de Ronda el aire es puro, tan sano que al entrar en tus pulmones parece que barre las impurezas, además huele a madera y castañas. Viajar por estas tierras lejos de épocas turísticas es como bucear al interior del olvido, te impregnas de sensaciones por lo que el día se me antoja pequeño y disfruton repleto de sonrisas y conversaciones. Sin embargo cuando la luz se marcha, mientras paladeo callejuelas y casas blasonadas, rociadas de luz amarillenta, la angustia aterriza en mi ánimo y las horas nocturnas se dilatan de tan manera que parece que no tuvieran fin. Entonces planea Sevilla...Gymnopedies con las pilas cargadas de cosas por hacer, pendientes de decidir, de miedos e inseguridades y el estómago se llena de pollos y gallinas hasta convertirse en un gallinero con los consabidos remordimientos de estar donde no debes. Luego cuando la aurora llega, la calma se aclimata en mis tempestades nocturnas evaporandose mis miedos, dibujandose una tímida sonrisa que me viene a dar los buenos dias.
En Sevilla he observado una sana costumbre. Antes de entrar a trabajar, se toman su cafelito, normalmente servido en vaso, bien cargado y humeante. Después se acercan a la iglesia que haya más cerca, mayores y jóvenes, allí permanecen un par de minutos, y comienzan sus tareas. Si, hoy lo haré yo a ver qué se siente porque y esto lo he pensado muchas veces, una iglesia no es sólo para los católicos sino además un lugar de recogimiento del espíritu, creas o no, un lugar para la reflexión íntima y personal de una persona, de hecho creo que esto queda muy bien reflejado en Sevilla...Gymnopedies.
Qué malos son los miedos, el temor al fracaso, ese miedo a lo desconocido, esa incertidumbre que te achica el ánimo hasta volverte en un títere descabezado.
¡Mafaaaaaálda!
4 comentarios:
Cuánto hay de cierto en lo que dices. Aunque de todo lo que leo hoy, me quedo con eso de que "Una iglesia no es sólo para los católicos sino además un lugar de recogimiento del espíritu, creas o no; un lugar para la reflexión íntima y personal de una persona".
Lo digo por mí. Que voy, me siento, intimo con el sí-mismo y salgo sin que nadie sepa que allí estuve.
Muchas veces, reflexiono sobre esto que te cuestionas acerca de las personas que están en los bancos: ¿Cuántas serán católicos y cuántas orientalistas, masones, etc?
En los tiempos que refleja "El nombre de la rosa" ya sucedía. Se buscaba lo auténtico por debajo. En todas las épocas, se continuaron solapando "lo oficial" y lo gnóstico, y el Ser nunca dejó de estar presente.
¿Café, té, unas pastitas?
Anda que si entrara yo en la iglesia antes de ir a trabajar.... hasta es Espíritu Santo huiría volando...
Besos.
Una buena y sana costumbre, claro que sí. El entrar a una Iglesia antes de comenzar la jornada ayuda, aunque yo lo tengo que hacer después porque cuando me voy es muy pronto. En cualquier caso, al final del día también es muy reconfortante. Por cierto, el cafelillo en vaso acompañao de la tostá y el vasito de agua. Besos y buen finde.
¡Ánimo, guapísima!
Veo por tus relatos que las musas te acompañan estos días de manera muy particular.
¡Me encanta lo que escribes!
Por unos instantes mientras te leía, he paladeado contigo ese café y esas callejas andaluzas que tan bien conozco.
Un abrazo enorme.
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