Diario de una novata XI
17 de febrero, 2016
He dormido con un ojo cerrado y otro abierto.
Mi hijo pequeño ha logrado que olvidara Sevilla…Gymnopédies
para centrarme en la faceta de madre. De la juventud me dan envidia muchas cosas, entre ellas la capacidad
de riesgo con ausencia de peligro, mientras que cuánto más mayor te haces, se
incrementan esas sensaciones de semáforos rojos que te alertan constantemente.
Ayer yo era un alma en pena detrás de él aconsejándole que no hiciera un viaje
de noche. Le recité el mapa del tiempo de Pe a Pa, ¿de qué me sirvió? De nada.
Cogió maleta y esquíes y se marchó a Andorra. Toda la noche con la oreja pegada
al móvil y él, que es muy responsable todo hay que decirlo, narrándome el viaje.
Ya respiro tranquila pues ha llegado. Ahora he pasado al estadio de peligro en
las pistas. Vamos, el caso es estar mortificándome con semáforos colorados por
todas partes, y eso que soy positiva que si llego a ser negativa, cambio
semáforos por precipicios.
En fin para no pensar en peligros, me concentraré en la
novela. Ayer fue un día, no sé cómo definirlo, ¿a traición, del revés? Cuando
estoy en Madrid no salgo ni a por el pan a no ser que vaya a clase de arte.
Todo el día metida en casa, 24 horas día tras día. Pues ayer salí, me escribieron unas
compañeras ofreciéndome un buen plan y acepté con la cabeza dispuesta a
distraerme y a cambiar de registros. ¿Para qué lo haría? Fue poner un pie en la
calle y el móvil comenzar a echar humo, humo cada vez más negro según yo que
digo de mí que soy positiva.
Primero el ruso, el violinista. Éste como siempre
entusiasmado aunque no nos entendamos, y después mi editor una y otra vez
pidiéndome cosas y yo cada vez más lejos de casa, cada vez más lela, cada vez
más tartaja. Cuando el móvil decidió quedarse mudo, llamé a mi marido para
contarle en versión tartamuda mis desgracias, porque cuando me pongo nerviosa
las palabras se engatillan entre la garganta y la lengua y no me entienden ni
los pájaros. Mi marido el único ¿Cómo lo hace? Empieza como un loro “tranquila,
tranquila”, así hasta que se queda sin aliento y yo le mando al cuerno. Después
llamé a mi amiga Rosa para que me ayudara ya que ella tiene poca basura en sus
horas pues añadirla una más. Luego a mi prima Mayte, la reina de la basurilla,
por eso la trasladé un poco de la mía. Luego llamé a mi madre aprovechando que
está sorda y con la cabeza más “pallá que pacá”, vamos lo que se dice
ir dando la brasa a diestro y siniestro.
Ya por la tarde, una vez que mi cabeza había regalado toda
su basurilla a los demás, me centré en realizar todas las solicitudes de mi
editor ¡Ardua tarea! Sobre todo en el apartado de mi CV literario, tan famélico
como anoréxico. Me empapé yendo de una página a otra para hacer algo digno porque
hacer, he hecho mucho dado que mi recorrido vital literario es extenso y en
algunos apartados muy divertido como cuando me hice pasar en un foro por hombre
y lo que conseguí es que me llamaran maricón y asesino a partes iguales, pero
poner eso en un CV creo que no es serio y mi amiga Rosa está obsesionada en que
mi personalidad de Lola incombustible la meta en las mazmorras hasta mejor
ocasión. Así que fui chica sensata y mandé a mi editor todo lo que me pidió,
todo, todito tan angelical, tan tímido, tan esbelto y escuchimizado como un
menú largo y estrecho.
¡Ay Mafalda, cómo me acuerdo de ti!
3 comentarios:
Con lo descansado que es no pasar a la posteridad...
En fin...
Besos.
Me encantan esas confidencias tuyas en forma de diario. Comprendo lo que te ocurre. Es como empezar de nuevo en la maternidad, aunque esta vez sea literaria.
Me he reído con tus miedos, respecto a la osadía de tu joven hijo, en querer desafiar a los elementos de la naturaleza. Y es que la juventud es así...
Muchos besos.
Estupendos tus relatos, llenos de humor pero también con una descripción muy gráfica de las preocupaciones cotidianas de la mayoría de las personas. Me gusta tu estilo literario, voy a hacerme tu seguidora para no perder el enlace.
Saludos Mª Angeles
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