El otro día escuché una
frase mítica Made in Spain pronunciada por Lola Flores el día que su lolita se
casó “Si me queréis, irse”… Eso habrán
pensado muchos cuando apareció el San Valentín de marras, pero mi teoría es que
por medio hay mucho cinismo también.
¡Qué borrachera de
corazones rojos bombeando, destilando amor! Menos mal que ya pasó San Valentín.
Yo, que soy una descreída para esas cosas, he terminado de saturada. ¡Por dios,
que cursilerías!... Esto se oye mucho. Sin embargo mi otro yo, Doña Puri, llorando por las esquinas…
Nada, ni agua, ni un
rollo de papel higiénico…, nada.; Si
hasta la Esteban su Miguel la regaló una ambulancia; sí, de juguete, pero una
ambulancia con sirena y todo y yo… nada, ni un beso, ni un te quiero, ni un
paquete de kleenex para sonarme los mocos, nada.
Mi Pepe dice que es un invento del dueño del Corte Suizo para vender más y
mejor, y si lo dice mi Pepe, eso va a
misa, porque yo por mi Pepe maaaato…, pero como estoy rebelde, ni mato ni nada,
¡Hala!
Si hoy todo iba bien,
hasta me levanté con el encefalograma plano; ni frío ni calor sino todo lo
contrario, pero tuvo que llegar mi amiga Gervasia con un ramo de camelias, o
golondrinas, no sé muy bien lo que era, para que yo desenterrara el hacha de
guerra; se nota que por mis venas corre sangre india aunque quiera disimular,
si no, no me lo explico. Os cuento…
No tengo nada en contra
de las mujeres, más que nada porque yo lo soy y, además, ejerzo. Pero si lo analizo detenidamente sin
profundizar tampoco mucho, nunca estamos contentas, o somos insaciables, o no
somos justas, o somos un tanto retorcidas. Algo de todo de eso hay. El caso es
que siempre ponemos un pero y pedimos un
poquito más a los hombres. No nos damos
cuenta que ellos son lo que son, y por mucho que nos empeñemos, ellos nunca van a tener ovarios, y ahí es
donde reside la diferencia que se convierte en un océano donde nunca se llegan
a encontrar las dos orillas. Claro que a ellos les gustan los detalles también,
son seres humanos, sin ovarios, pero con sentimientos. Tienen el encefalograma
plano para muchas cosas del querer, también es verdad, pero aquel que se
aproxima remando a toda leche con una
rosa, con una planta, con una colonia que tú jamás te comprarías, tiene su
puntito canalla muy amoroso y de agradecer mucho. Entonces llegamos nosotras y
decimos que sí, que muy bonito, pero que eso ya lo podrían hacer cualquier día
del año y no solo el 14 febrero; cierto. Pero el 14 de febrero es una fecha
como otra cualquiera para regenerarse, aunque sea por unas horas, ¿a que sí? Mi
amiga Gervasia quiere mejor que el ramo de golondrinas, que haya una comunión
mutua con su chico y que el diálogo fluya en doble dirección, ¡Anda que no
pides, guapa! Yo eso con mi Pepe no puedo pedir, y muchas de las que me leen
tampoco, porque el tiempo desgasta hasta las palabras, o las repite tanto que
ya cansan hasta sin ser pronunciadas, sin embargo esos pequeños gestos, tontos,
absurdos, en un día perdido o en San Valentín pues son muy bonitos y la que lo
niegue se está mintiendo.
Entiendo perfectamente
que se inventen fechas para señalar un evento, para recordarnos algo. Porque en
esta vida tan intensa y atropellada, vamos perdiendo por las cunetas muchas
cosas pero sobre todo, vamos perdiendo, olvidando, los sentimientos. Existe el
día de la banderita, ese día abrimos el
monedero para ayudar a alguien. Existe el día del padre o de la madre, fecha
para aprovechar y si aún tenemos padres, darles al menos las gracias por todo
lo que han hecho por nosotros… Infinidad de fechas marcadas en el calendario
para conmemorar. Entonces, ¿por qué no San Valentín? No seamos cínicos, ni
digamos que es una cursilería. Una cosa es que nos cueste reconocer el amor en
público, por timidez, por lo que sea, y otra negar una evidencia; a todos nos
gusta un detalle, aunque sea tonto, o cursi.
Menos mal que mi Pepe al
final del día lo arregló y tuvo un detallazo conmigo… Me invitó a cenar. Sí,
muy romántico. Me llevó a La Mejillonera y me compró un bocadillo de chipirones
con salsa picante… ¡Jodío Pepe! Me abrasó la lengua con tanto pica-pica y me
manché mi pantalón fresa fusión.
¿Te enteras Esteban,
Gervasia? Vosotras con la ambulancia y el ramo de golondrinas… Yo, mi bocata
chipirones y a mucha honra… ¡Ay, si la envidia fuera tiña…!
¡Buena semana, amigos!
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