martes, agosto 26, 2014

MUROS DE CONTENCIÓN

Hacía muchos días que no veía amanecer, tantos, que me ha sorprendido a la hora que la luz despierta; a partir de la siete el campo comienza a recrearse en sus propias sombras, cómo si éstas surgieran de la nada. Es un espectáculo digno de ver por la simpleza de su belleza jugando con la magia de la luz… Y el pensamiento me ha llevado de su mano a comparar las figuras oscuras de los árboles a las personas que están pero no se dejan ver. Levantan una barrera infranqueable tan alta que más bien es un muro de contención para que los demás no entren; están, pero es la clandestinidad de su perfil, no más. Son incapaces de abrirse a los demás, y se mantienen en el mundo como meros espectadores. Tal vez  necesiten vivir de las vidas ajenas, respirar sus horas, sus cuitas y, así, construir su particular castillo de naipes en el que vivir su propia historia, ya que la suya no les satisface. O, quizá, sean de los que no soportan la soledad porque es encontrase frente a frente consigo mismos, y no aguantan lo que ven, por lo que viven rodeados de gente sin poder abrir lo que ellos mismos no pueden abrir; es decir, su persona. Preguntan, preguntan y observan… Es una sensación profundamente desagradable, es como si te estuvieran absorbiendo tus propias energías para poder ellos respirar, mantenerse vivos.
Es más, si ves un cambio de actitud en ellas, como si su mundo se desmoronara y fueran incapaces de recoger su yo íntimo y personal, tú que lo ves, no puedes hacer nada por ellas porque a su alrededor han levantado un muro de contención insalvable. Y te sientes ridículo tratando de ayudarlas porque lo único que logras es dar palos a ciegas. Es más, a veces llegan a ti no por el camino más recto y transparente, no, qué va, se acercan arrastrándose para que no las sientas, y te saquen muchas veces información de la manera más rocambolesca o retorcida.
Soy consciente que no siempre se puede ir de frente porque piensas, tal vez equivocadamente, que decir una verdad puede herir la sensibilidad, y lo que haces es decir una verdad a medias… Y al final, nos equivocamos, y hacemos un daño que no deseábamos provocar; la convivencia es complicada, pero nosotros, a veces, la hacemos más.
Pero estas personas herméticas logran dejarme fuera de combate hasta tal punto que me provocan un malestar muy, muy desagradable y me siento una perfecta inútil. Claro que ellas lo pasarán mal al darse cuenta de cómo son, e incapaces de dar la vuelta a su propia situación. Pero los que estamos a su lado, ¡Tela marinera!... Con un amanecer tan hermoso, he derivado en el submundo del ser humano, ese que es tan oscuro como la noche y que te deja para el resto del día con el cuerpo del revés… Y ya dice mi madre “Hija, no pienses que los estropeas”

¡Buen día, chicos!

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