Enero es un mes que
no goza de prestigio entre los consumidores de meses; demasiadas curvas,
crestas y montañas. El aire gélido de enero se vuelve enemigo de la navidad
glotona, despilfarradora y tierna. Y, sin embargo, yo le pongo imágenes
inolvidables desde la infancia a este mes que a muchos hiela el bolsillo y el
alma.
En aquellos días
grises de enero, tan lejanos en el tiempo, tan cercanos en mis retinas, los
páramos escarchados me parecían infinitos, el aroma a leña, un recuerdo difícil
de olvidar. Era la época de matanza y la familia se trasladaba a Nava del Rey;
hasta yo cambiaba de colegio por esos pupitres de pueblo, encerados, rallados y
depositarios de cuadernos de ortografía y escalas aritméticas.
Aún siento el frio desplomarse
sobre nuestros rostros mientras corríamos al fuego del hogar a comer aquellos
huevos fritos con morcilla mientras calentaban nuestras camas con una especie
sartenes grandes y cerradas con un mango largo; dentro estaban las brasas…
Aquel calor bajo mis palmas mientras mis ojos se fundían con las llamas de la
chimenea…, aquellos niños, tan niños como yo, de caras tan distintas, antiguas
y sanas a la vez… El tiempo creció, yo también, y nunca más volví. Luego sucedieron
otros eneros de cañerías heladas y colegios cerrados, e igual de apasionantes y
divertidos… Y cuando el mundo laboral me llamó siempre cogía unos días de enero
para disfrutar del calor de mi casa, para viajar porque eran más barato, ¿quién
iba a viajar en un mes de monederos pelados y frías ciudades? Yo… Así conocí el
arte hecho hormigón como me gusta llamar a Nueva York, a doce bajo cero, la
sonrisa prendida en el corazón, subirme a las torres gemelas el mismo año en
que el hombre decidió matarlas… Las tardes de rebajas con Pilar revolviendo
todo al pasar mientras se colgaban sobre nuestros espíritus enormes carcajadas…
Tantas y buenas
imágenes guardan mis eneros que no me es un mes gravoso sino un mes conciliador
con mis mejores recuerdos. Tal vez si vosotros hacéis balance es probable que, escarbando,
encontréis eneros para mirarlos de frente y sonreír.
3 comentarios:
Qué bonito, amiga.
¡Y luego dicen que el presente es la única realidad soberana!
Me has hecho sentir a un niño que me abraza. Lo tenía algo olvidado.
Gracias.
Todos mis eneros los recuerdo con cariño por el día de Reyes.
De mayor y de niño.
Besos.
Me han encantado tus Eneros, la forma en la que nos los has transmitido; me quedo con el primero que nos has contado, me ha parecido precioso. Un beso grande.
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