Hoy ha amanecido con
el tiempo encrespado, como de esos niños mimados que igual gritan con furia
rompiendo los brazos amorosos de un árbol o increpando a los ladrillos hasta
hacerlos volar sin alas; al rato copos tímidos de nieve se pegaban a la ventana
hasta esculpirse en lágrimas perdidas. El cielo de gris, el cielo de humo, el
cielo de mar. Tras el ventanal mi piel se erizaba al contemplar el bramido de
la naturaleza al tiempo que mi olfato se empapaba de incienso, ese aroma que me
transforma hasta rezar con devoción… Porque la vida es creer, creer en los
sentimientos como mi perrillo cuando me mira confiado porque sabe que su ama
nunca le hará nada malo.
Hoy ha amanecido un
día de perros, como diría un castellano viejo, es un día de quedarse en casa y
saborear el silencio de nuestras paredes que hablan con el alma en la mano.
3 comentarios:
Que bien has descrito esa mañana, con cuanta poesía.
Aquí ha nevado estos últimos días, pero hoy brilla el sol.
Un beso
No hay como un día así, para el recogimiento del alma y, bien sabes, lo que me gusta leerte, aunque bien diría yo que... desde hace un tiempo más o menos largo, llevo época de... jeje... si... de perros.
Besicos, niña.
Me encantan esos días si puedo estar en casa.
Me siento protegido.
Besos.
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