Aún tengo en las retinas grabadas las imágenes de la
cabalgata de Reyes, la mayor concentración anual de niños donde las clases
sociales se funden, donde recobras, observándoles, turbaciones perdidas: te haces nuevamente
chico, te haces grande y sientes otra
vez las emociones a flor de piel, aquellas que una vez habitaron en tu
sensibilidad de niño; después, tu ánimo se convierte en un vil mercantilista, y
llega la hora de descambiar los regalos desafortunados, obsequios que no
necesitas. Vuelve a ti ese tiempo desamorado, frío, hostil y mercenario, en el cual los
sentimientos son tránsfugas corriendo hacia atrás o, simplemente, unos
desconocidos… Comienzan las rebajas y tú emprendes la busca y captura de un
chollo oportuno en tiempos de crisis…
Hoy, una luz convertida en ceniza se cuela entre los
andamios de hormigón, un Madrid en sepia envuelto en una niebla que, lejos de ser fría, es una tierna espuma
blanca. Me subo al autobús y el gentío me zarandea de un lugar a otro hasta que
arranca el bus y mi cuerpo se queda aprisionado entre otros cuerpos; cierro los
ojos, esas masas me asfixian y trato de evadirme…Unas voces alegres y glotonas
se aposentan a mi lado; unas ríen y otra
dirige la orquesta. Es la voz de
Damián que cuenta a sus contertulios improvisados que tiene en el cajón varias
medallas: oro, plata, con diamantes… Guardadas a buen recaudo por si las necesita vender. Los
tiempos aprietan en los zapatos de este jubilado y, quien sabe, si esos
pequeños tesoros algún día le sacaran de un apuro. La orquesta ríe ante la
ocurrencia atinada de Damián y éste continúa su alocución animado, satisfecho
de quien a tenido a bien valorar y premiar su fidelidad. Y es que este anciano,
cuyo rostro no atino a ver por ser el bus más bien una lata de sardinas, es
nada más y nada menos que el socio número sesenta y seis de su club favorito.
Claro que reconoce que este año no ganarán la liga ¿Y qué? Tantos trofeos atesora su club que por un año
que no esté en la cúspide no pasa nada porque
Damián sentencia “El Real Madrid es el mejor club de la historia pese a
quien pese”… Los tertulianos, después de vaporizarnos con sus risas, aciertan a darle la razón… El bus pega un buen
frenazo, pero nadie se mueve, es imposible. De pronto, como si el vehículo
necesitara aire para poder seguir su cauce, abre sus compuertas y algunos salen
disparados, entre ellos Damián; ahora le veo el rostro pues él se da la vuelta
para despedirse de sus compañeros de viaje. Una boina calada hasta las
cejas para que el frío no entre en su
sesera. Unos ojos de conejillo avispados,
y una enorme sonrisa despide a esos
contertulios accidentales porque, el bus, es lo que tiene, si abres tus
compuertas personales, no sólo encontrarás incomodidades en días de rebajas,
también hallaras conversaciones amables, palabras que estimulan en horas en que
el gris es el rey, y no es precisamente la niebla glotona, sino el ánimo de los
españoles. Respiro profundamente y he llegado a mi parada… ¡Hasta otra, amigos!
5 comentarios:
Veo que estás muy positiva.
Quizás deberíamos esforzarnos todos en hacer como tú.
Feliz Año.
Besos.
El bus se convierte en foro improvisado en más de una ocasión. Cuando tomo el de mi barrio me pongo al día de todos los cotilleos. Lo que fastidia es que haya personas que hablen como si pregonaran pescado en el mercado.
Besos mientras el norte aúlla en el tejado.
Todo pasa...recordá cómo te asombrabas con las Caticrónicas de la crisis argentina...Besos
Has descrito muy bien la algarabía de dentro del autobús y las conversaciones que se suelen escuchar a lo largo del trayecto.
¡FELIZ AÑO y un beso!
Me parecía estar allí Mª Ángeles, en la bulla del bus, donde si te quedas callado puedes comenzar a vivir diversas historias paralelamente. Me ha gustado mucho tu relato. Un fuerte abrazo y feliz fin de semana amiga.
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