En silencio,
como queriendo ser invisible, primero las escucho, luego, me acerco sigilosa a
observarlas…
No se
parecen en nada, entre ambas orillas hay
más de un océano y, sin embargo, se hablan, a veces se escuchan y, entremedias,
se palpa la soledad de esas dos mujeres; los miedos de una… Demasiado cerca la
muerte, la presiente y no quiere que la sorprenda la guadaña en soledad. Odia
la vida y, sin embargo, se cose a ella con imperdibles de plata. La otra mujer
siente tanta añoranza por su tierra que los días se consumen en una ansiedad
constante; a estas alturas de su vida no vale que en España viva mejor, ni
siquiera que tenga un trabajo, no. Necesita del viento que la acosó al nacer,
de su gente, de sus costumbres. No tiene dudas que es la hora de volver.
Una luz
suave se tamiza entre las persianas, un vientecillo dulce se cuela por la
ventana y las dos mujeres han dejado de escucharse, sus gargantas siguen
destilando palabras, pero son como dos
ríos que transcurren por cauces distintos.
Un perrillo
lame las entretelas de la mujer anciana, la otra mujer tapa los huecos sin la
cabellera frondosas que hubo una vez sobre la cabeza de la anciana, la cual
quiere abandonarse si no fuera por el miedo, pero la parca estima que no es la
hora y la viejecilla se consume…
Una
reflexiona, la otra habla de los colores, esos que se la escapan de sus ojos
casi ciegos “Los hay fríos y los hay tiernos” asevera como si ella supiera lo
que es la ternura… Es un diálogo entre un pez y una tortuga. Menos mal que el
requiebro humano de la mujer que lamenta la lejanía tan lejana de su tierra
hace calmar la pena de la anciana “Qué duro es llegar a vieja sin que nadie te
quiera” Grita la anciana para que alguien la escuche… Mientras, el perrillo
sigue lamiendo el desamparo tan sentido de quien está destinada a ver
consumirse el cuerpo y la mente, consciente de su tragedia.
Dejo de
mirar, de escuchar, no saben que a las dos las entiendo aunque ellas no lo sepan.
1 comentario:
Se tragó el comentario Blogger, que rabia da volverlo a escribir...
Te decía que a diario veo muchas parejas parecidas.
Siempre la persona mayor es de aquí y la que la cuida de fuera.
Una cerca de la muerte y la otra muchas veces muerta en vida.
Besos.
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