Era una mañana plata y verdes oscurecidos hasta que el sol se coló entre las hojas del magnolio. Entonces recordé su sonrisa, sin duda forzada, pero era la expresión del eterno perdedor que pone cara a sus futuros sin esconderse, sin achicar sus energías.
Sus ojos de diablillo se encendieron y yo, en silencio, en la distancia, pude acariciar su rostro de chico noble que calla sus sentimientos aderezándoles con esa sonrisa suya tan luminosa y transparente; detrás de ella refugia los sinsabores, las decepciones, la soledad… y jamás sin un atisbo de queja.
En aquella mañana con la luz tamizada entre las hojas de un magnolio, abracé a aquel muchacho que se alejaba sin remedio de mí.
Di un mordisco a un delicioso bollo francés mientras mi tristeza se agazapaba tras la hoja de aquel magnolio y comenzaba a caminar de nuevo mi corazón marchito de ausencias.
Sus ojos de diablillo se encendieron y yo, en silencio, en la distancia, pude acariciar su rostro de chico noble que calla sus sentimientos aderezándoles con esa sonrisa suya tan luminosa y transparente; detrás de ella refugia los sinsabores, las decepciones, la soledad… y jamás sin un atisbo de queja.
En aquella mañana con la luz tamizada entre las hojas de un magnolio, abracé a aquel muchacho que se alejaba sin remedio de mí.
Di un mordisco a un delicioso bollo francés mientras mi tristeza se agazapaba tras la hoja de aquel magnolio y comenzaba a caminar de nuevo mi corazón marchito de ausencias.
4 comentarios:
Aspiro el olor de Magnolias con deleite, me recuerda el aroma de la niñez perdida.
Los magnolios son ideales para avenidas urbanas, pues dejan poco y fácil para barrer. Sus flores siempre me han recordado a los nenúfares.
Ummm se huele... paz... en el corazón..
besos
Querida amiga.
Muy bello texto,evocador y con ese aire de melancolía que la imagen trasmite.Ausencias irreparables.
Un fuerte abrazo guapa.
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