ESTOS TIEMPOS LOCOS

Hace días que llegó el invierno. Tan imberbe, blanco, frío y lluvioso y, sin embargo, he leído que la primavera juguetea sobre el campo andaluz con sus almendros en flor.

No entiendo de estos tiempos locos que revuelcan mis sensaciones tapadas con bufanda porque a ellas les gusta marcar las estaciones. Caminar al unísono del mar en verano, el deshielo del alma en primavera, la hoja seca en mis manos en ese otoño tan antojadizamente romántico, y abrigar recuerdos cuando los campos son azotados por el hielo y la niebla.

Ayer estrenaba un año más en mis páginas mientras el eco del artificio y la nube de serpentinas era borrada por un barrendero con ojos de sueño. El alcohol hacía estragos por las calles silenciosas vomitadas de risas y juventud. Mi perro y yo traspasábamos la afasia de la lluvia con el canto primaveral de unos pájaros despistados que ignoraban que era enero y no marzo.

Estos tiempos locos que nos arrastran de aquí allá sin mesura ni concierto, a veces tan extravagantes e iletrados que, en vez de apeaderos rítmicos y sabios, parecen hombres cuyo destino trituran entre sus colmillos afilados.