DIARIO DE FROSTRICHE

¡Hola!, ¿cómo estáis? Yo, genial. El mundo me parece un lugar súper apetecible, aunque el otro día me llevé una sorpresa: hasta ahora pensaba que el mundo se reducía a mi casa y mi jardín, pero cuando me dieron el alta de mis múltiples enfermedades, mi ama me sacó de paseo y vi otro mundo, grande, inmensamente grande, con más casas, calles, jardines y un ruido ensordecedor. Al principio reaccioné mal pues ni arrastrándome quería salir a lo desconocido, pero una vez que olisqueé un par de esquinas me di cuenta que no podía perderme ese nuevo mundo de sensaciones. A partir de ahí me convertí en una mascota osada, extrovertida, simpática y… algo chiflada.

Ya subo y bajo escaleras, me he hecho amigo de unos gatos que cada vez que me ven se les pone los pelos de punta, y me encanta oler el trasero de otros perros. Mi ama me dice que eso es una guarrada pero yo, no desperdicio oportunidades; el mundo no está hecho para los cobardes.

Me he ganado a la vecindad aunque el que más me preocupaba era un tipo de bigotes que amenazó con irse si yo me quedaba… De verdad, los humanos dan risa, la tolerancia no es su fuerte. El bigotudo tiene una buena panza en la cual, si puedo, duermo unas buenas siestas; creo que mi simpatía está derribando la muralla hispana que se levantaba entre ambos. Al que no logro cautivar es a “Tito Fran”. Mira que me subo a su cama, hago pis en su cueva, caca en sus apuntes, muerdo sus playeras…, pues a pesar de todas esas monadas, no me aprecia. No lo entiendo.

¡Ah!, odio ir de compras con mi ama. La gente no me ve y me pisa. Total, para nada, pues mira un pantalón cincuenta veces, a mí pisarme trescientas y, al final, nos volvemos a casa sin pantalones y mis patas magulladas; las humanas son raras, raras… Donde no me lleva es a los supermercados, justo donde a mí me gustaría ir… ¿Lo comprendéis? Yo no.

Por cierto, os recuerdo que soy un perro de la raza de los Carlino, con el DNI en vigor y me llamo Frostriche, pero llamadme Fros suena más cachondo.