martes, noviembre 17, 2009

DE ORGULLO Y PERSEVERANCIAS

... Eres padre hasta que unos u otros desaparecen; es una verdad irrefutable.
Sus fracasos se convierten en tuyos. Sus éxitos, también. Un cordón umbilical invisible te une a estos hijos transmitiéndote todos sus fluidos emocionales; incluso ellos enseñan a los padres... Uno de mis hijos estos días me está adiestrando en el sutil arte de la discreción y la prudencia, ambos valores que me cuestan lo que no está escrito, pero aunque me coma los muñones por las esquinas, su alumna se está comportando a la altura de las circunstancias. Me muero por saber, por preguntar, por aconsejar, pero he de conformarme en la sabia espera, estando disponible en cualquier momento, y evaluando el significado de cada gesto o palabra perdida, en silencio; yo que soy de las del lema antes muerta que callada...
Y en mi silente espera me ha dado por pensar en el orgullo. Ese orgullo que te hace hacer a veces tantas estupideces en la vida, como su ausencia te sigue obligando a cultivar actuaciones que hunden a tu ego en la miseria.
Antes pensaba que el orgullo era un obstáculo para alcanzar tus objetivos, y la vida me ha demostrado que si tu orgullo convive con la perseverancia serán ambos un punto a tu favor para que te ayuden a llegar a la meta que deseas. Y si, por un casual, el objetivo muriera en el trayecto, siempre podrás pensar que hiciste todo lo que estuvo en tu mano para conseguir aquella ilusión.
... Mientras me hacía estas reflexiones mi memoria ha venido a refrescarme el recuerdo de este hijo que es sietemesino (no sé si por un atracón de buñuelos de su madre, o porque tenía prisa en salir al mundo a luchar). Nadie daba un duro por él y, sin embargo, se pasaba el día con sus mínimas fuerzas gateando por la incubadora, su orgullo y perseverancia, aún siendo un ser tan chiquito, le hicieron salir de aquellas cuatro paredes de cristal... Y ha llegado hasta hoy y, yo, a su lado aprendiendo de él, de sus orgullos y perseverancias, de discreción y prudencia.

11 comentarios:

Unknown dijo...

Que sentido... me emociona... me gusta...

Un beso niña.. fuerte para que sigas siendo tan buena madre.... y tan buena persona

MarianGardi dijo...

Discrección y prudencia, también son mis asignaturas pendientes y no hay forma de aprobarlas.
Los hijos nos hacen de maestros en tantas ocasiones ¡afortunadamente!
Un fuerte abrazo mi querida Ángeles

Jesús Arroyo dijo...

Y ahora dime una cosa ¿No es bonito aprender de/con ellos? Aunuqe, a veces, creamos estar en la cumbre de la pirámide por ser padres... ¿no es bonito? ¿no es importante?
Un besazo, madraza.

guillermo elt dijo...

Claro... cómo no.

Y es que, yo, cuando joven, pensaba lo mismo: Que había un momento en la vida en que los hijos debemos educar a los padres... Ahora que me eduquen... como a tí... :))

Ellos forjan sus vidas, como nosotros la nuestra. Que nos guste más o menos el resultado... Bueno son nuestros hijos.

Ah!, pienso que, aunque no ejerzamos de padres... aunque el pájarico abandone el nido, hasta la muerte seremos padres.

Ya, ya, entiendo a qué te referías... solo apostillar con buena intención.

Besicos.

SoniCamalea dijo...

discreccion y prudencia? podrian venirme bien la verdad, son dos cosas que realmente debo aprender.
bonita entrada, todos debemos aprender de todos...
hijos y padres, padres e hijos
besitos

TORO SALVAJE dijo...

Que difícil debe ser ese nuevo papel.
Pero seguro que lo harás bien.

Besos.

atencion al cliente dijo...

Que dificil es mentenerse firme en esas dos palabras tan necesarias en nuestra vida y sera no queda mas que tambien aprender de nuestros hijos.

Maripaz dijo...

Cualquier ocasión es buena para aprendér álgo, pero si además el maestro es tu hijo, debe ser una experiencia, uníca...

Me ha emocionado, lo buena alumna y madre que éres...

Abrazos

Maria Coca dijo...

Cuesta ser prudente. Lo sé. Y en parte porque mi orgullo a veces no me lo permite.

Un texto que también nos enseña a nosotros tus lectores algo esencial: nunca se deja de aprender.

Un beso.

José Luis López Recio dijo...

En alguna ocasión he escuchado que quienes han tenido que luchar por su vida desde su nacimiento, conservan en el caracter ese espíritu que los hacer ser unos triunfadores.
Un abrazo amiga

Luis y Mª Jesús dijo...

¡Cuánto aprendemos de nuestros hijos!, ¡cuánto sufrimos con ellos y por ellos!.
Somos de nuestros hijos y saben que nos tienenahí, da igual lo que les pase, nuestro papel está ahí, sin preguntas...
¡Te apoyo desde aquí!
Muchos besos